Capitulo 14

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Pov Jimin

Recuerdo mi infancia con una mezcla de melancolía y confusión, la luz del sol de los atardeceres filtrándose a través de las cortinas  de mi habitación siempre trae consigo ecos de risas lejanas y murmullos preocupados, las memorias que guardo de mi madre, con su sonrisa cálida y ojos llenos de amor, fue mi único faro en medio de la tormenta que fue mi niñez.

Desde los seis años, entendía que mi familia no era como las demás, de hecho, era muy diferente a la de la mayoría, mi padre siempre llegaba a casa tarde, parecía que siempre estaba cansado y con el olor a cigarrillo impregnado en su ropa, por otro lado mi madre hacía todo lo posible por mantener la paz y la normalidad, pero yo podía ver la preocupación en sus ojos, incluso cuando sonreía, así fue como desde pequeño, aprendí a leer los silencios, mi padre, una figura imponente y sombría, rara vez hablaba más allá de lo estrictamente necesario.

En las pocas ocasiones en que se dirigía a mi madre o a mi, lo hacía en tonos fríos y autoritarios, y aunque era muy joven, entendía que había cosas que no debía preguntar.

El amor de mi madre era mi refugio, ella siempre encontraba tiempo para estar conmigo, para leerme cuentos antes de dormir y para consolarme cuando las sombras de la noche parecían demasiado abrumadoras.

-¿Mamá, por qué papá nunca sonríe?- Le pregunté una noche, acurrucado en su regazo mientras ella terminaba de leerme un cuento.  

-Papá tiene muchas cosas en su mente, mi amor, pero siempre recuerda que él te quiere, aunque no lo muestre.-Me respondió ella, con un deje de tristeza, acariciándome el cabello con ternura.

-¿Y por qué siempre grita?- Continué, con una inocencia que rompía el corazón.

-Son tiempos difíciles para él.- Respondió, tratando de sonreír. -Pero no te preocupes, yo siempre estaré aquí contigo.- Me prometió.

Sin embargo, no todo era paz, recuerdo las veces en que mi madre lloraba en silencio, tratando de ocultar sus lágrimas mientras preparaba la cena y el sonido de la puerta principal cerrándose con fuerza siempre significaba la llegada de mi padre, y con él, la tensión palpable que llenaba cada rincón de la casa, aprendí a esconderme, a desaparecer en los momentos más críticos, siempre cuidando de no hacer ruido, de no llamar la atención.

Una noche en particular se grabo en mi memoria con una claridad dolorosa, yo estaba jugando con mis juguetes en la sala cuando escuché una discusión acalorada en la cocina, recuerdo que mi padre estaba hablando en voz alta, casi gritando, mientras mi madre trataba de mantener la calma, no podía entender todas las palabras, pero el tono era suficiente para que sintiera un nudo en el estómago.

-NO PUEDES SEGUIR HACIENDO ESTO, NOS ESTAS PONIENDO EN PELIGRO.- Gritó mi madre con una voz temblorosa.

-TU NO ENTIENDES NADA, ¿CREES QUE ES TAN SENCILLO? ¿QUE PUEDO DEJARLO CUANDO ME PLAZCA? INCLUSO SI ME DEJAN IR POR LA PAZ, ESTARAN VIGILANDONOS CONSTANTEMENTE.- Replicó mi padre con furia.

De repente, un sonido sordo y un grito ahogado rompieron la monotonía de la discusión, corrí  rápidamente hacia la cocina, mi pequeño corazón latiendo con fuerza, y encontré a mi madre en el suelo, con lágrimas en los ojos y una mano enrojecida en la mejilla, desvié mi vista hacia mi padre, el se giró y al verme, un destello de algo oscuro y peligroso cruzó su mirada, sin decir una palabra, se fue y se encerró en su oficina.

Esa noche, mi madre me abrazó con más fuerza que nunca, susurrándome que todo estaría bien, aunque ambos sabíamos que esas palabras eran más un deseo que una promesa. 

No podía dejar de pensar en lo frágil que se veía mi madre, en lo injusto que era el mundo que la obligaba a soportar tanto.

A medida que crecía, las ausencias de mi padre se volvieron más frecuentes y prolongadas, pero en realidad era mucho mejor cuando no estaba en casa, mi madre se librara de que el descargara su enojo y estrés con ella, pues ella nunca dejo que el me pusiera una mano encima.

Unhinged Souls, Condemned LovesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora