En el resplandor dorado del amanecer, las calles de Minas Tirith se llenaban de vida. Aragorn, recientemente coronado como rey de Gondor, había asumido con responsabilidad su nuevo rol. El reino prosperaba bajo su gobierno justo, y las alabanzas del pueblo nunca cesaban. Sin embargo, a pesar del bullicio y la prosperidad, una sombra de tristeza oscurecía el corazón del rey.
Aragorn, en sus momentos de soledad, solía pasear por los amplios corredores del palacio y contemplar el horizonte desde las almenas. En sus pensamientos, sin embargo, se encontraba constantemente el eco de una noticia que había llegado como un rayo en medio de un día despejado. Legolas, el elfo de ojos brillantes y sonrisa encantadora, estaba comprometido con Éomer, el noble rey de Rohan. Esta noticia lo había golpeado con una intensidad inesperada, revelando un dolor oculto que nunca había compartido con nadie.
Apenas podía ocultar su tristeza, se encerraba en su despacho, absorto en los asuntos del reino, pero su mente vagaba lejos de los documentos y mapas. Se preguntaba constantemente si había hecho algo mal, o por qué Legolas no lo había elegido a él si también lo quería. Experimentar el dolor del desamor era un mal que no le deseaba ni a su peor enemigo.
Un día, mientras el rey de Gondor revisaba informes, la figura de Gandalf apareció en la puerta de su sala. El mago, con su larga barba blanca y su túnica gris, lo observó con una mirada de profunda preocupación.
-Mi buen amigo -dijo con voz grave pero suave-, he notado que la luz en tus ojos se ha desvanecido en las últimas semanas. ¿Qué sombra oscurece tu espíritu?
Aragorn levantó la vista, sus ojos reflejando una tristeza que no podía ocultar más. -Gandalf, no puedo ocultar mi pena. He recibido la noticia del compromiso de Legolas con Éomer, y no puedo dejar de sentir que mi corazón se quiebra. He amado a Legolas desde el comienzo, creía que era correspondido, que tenía una esperanza, pero su corazón eligió a otro hombre y desde ese momento he tratado de superarlo. Pero ahora, con esta noticia, la herida que nunca sanó se ha reabierto y no sé cómo hacer para enfrentar este dolor -finalmente pudo liberar un poco de toda la angustia que había estado arrastrando consigo en silencio. Sabía que ese hombre no lo juzgaría.
Gandalf escuchó en silencio, su rostro imperturbable pero comprensivo. Después de un momento, habló con la sabiduría que solo los siglos de experiencia pueden proporcionar.
-Aragorn, el amor no correspondido es una de las pruebas más duras que puede enfrentar el corazón. Sin embargo, en la vida, debemos aprender a soltar aquello que no podemos cambiar. El amor verdadero no es poseer a la otra persona, sino desear su felicidad, incluso si eso significa dejarlo ir.
Aragorn lo miró, intentando comprender la profundidad de las palabras de Gandalf. Él quería que Legolas fuera feliz, incluso se lo había dicho, pero no podía evitar sentirse miserable al no tenerlo.
-¿Cómo puedo encontrar consuelo en esto? ¿Cómo puedo seguir adelante cuando mi corazón está tan herido?
Gandalf sonrió con una mezcla de tristeza y esperanza. -La verdadera medida del amor está en la generosidad de permitir que el ser amado siga su propio camino, sin egoísmo. Tienes un reino que te necesita, y tu pueblo depende de ti. Aunque el amor que sientes por Legolas es genuino y profundo, es importante que uses ese amor para convertirte en el líder que Gondor necesita. Aceptar el dolor y transformarlo en fortaleza te permitirá seguir adelante.
Con estas palabras, Gandalf se inclinó en señal de respeto y se dirigió hacia la puerta. Aragorn se quedó solo, inmerso en la reflexión. Aunque el dolor seguía presente, encontró en el consejo del mago una nueva perspectiva.
Su unión con el elfo, aunque era todo lo que su corazón deseaba en este mundo, no era lo ideal para ninguno. Su pueblo y su obligación con sus habitantes estaba por encima de cualquier anhelo personal, quizás esto era lo que debía pasar. Tal vez el mago tenía razón, y el rechazo de Legolas era lo mejor para todos. Además, nadie moría por tener el corazón roto.
A medida que los días avanzaban y se acercaba el gran día, Aragorn, por su parte, aprendió a aceptar el amor no correspondido como una parte de su historia, una experiencia que lo había hecho más fuerte y más sabio. Y aunque el eco del amor perdido seguía resonando en su corazón, encontró en su deber y en el bienestar de su pueblo una fuente inagotable de propósito y gratitud.
Decidió entonces que asistiría a la boda y estaría feliz al ser parte del momento más importante en la vida de quien siempre sería su verdadero amor.
Pero el corazón del rey gondoriano no era el único que sufría en toda esta situación.
Había mucha tranquilidad en aquella noche élfica, momento en el que cierto príncipe encontró un rincón solitario en los bosques. El susurro de las hojas y el canto distante de las aves nocturnas creaban un ambiente propicio para la reflexión.
Tras un largo día de conversaciones y compromisos, buscó el consuelo de la compañía de su padre, Thranduil, quien estaba sentado en un claro, rodeado de luces suaves de las luciérnagas que danzaban en el aire. Al ver a su hijo, el rey hizo un gesto para que se acercara, notando la preocupación en su rostro
-Padre -comenzó el menor con un tono que denotaba la carga emocional que llevaba dentro-, necesito hablar contigo sobre algo que me atormenta.
Thranduil, percibiendo la seriedad de las palabras, asintió y le hizo un gesto para que se sentara a su lado. El silencio de la noche parecía hacer eco de las inquietudes del príncipe.
-Comprometerme con Éomer ha sido lo más hermoso que me ha podido pasar. Sin embargo, esta elección me ha causado una inmensa inquietud porque, en mi corazón, sé que esto le causará mucho daño a Aragorn. Y eso me duele más de lo que puedo expresar.
El rey de los Elfos frunció el ceño, sintiendo el peso de la confesión. La figura de Aragorn había aparecido en sus pensamientos también, porque sabía la importancia que este tenía en la vida de su hijo, aunque nunca imaginó que en un sentido más allá de la amistad.
-Antes de encontrar a Éomer, estuve enamorado de Aragorn. La decisión entre ambos ha sido la más difícil que he tenido que tomar en mi vida. No puedo describir cuánto me dolió decidir entre dos corazones tan valiosos para mí.
Thranduil escuchaba en silencio, sorprendido, pero su mirada llena de comprensión y una profunda tristeza. Era evidente que entendía el conflicto interno de su hijo, aunque el dolor de escuchar la verdad también lo afectaba.
-Legolas -dijo finalmente con voz suave-, el amor es una fuerza poderosa y compleja. A veces, incluso nuestras decisiones más acertadas pueden causar dolor a otros. Lo que sientes es un testimonio de tu nobleza y profundidad de tu corazón. No hay respuestas simples en estos momentos, pero es importante que sigas siendo sincero contigo mismo y con los demás.
El príncipe asintió, las lágrimas amenazando con asomarse en sus ojos. A pesar de la comprensión de su padre, la carga de su decisión seguía pesando sobre él.
-¿Cómo puedo reconciliar estos sentimientos, padre? -preguntó, su voz temblando ligeramente.
-La reconciliación, vendrá con el tiempo y la reflexión. Aceptar tus emociones y ser honesto sobre ellas es el primer paso. Lo más importante es actuar con integridad y tratar a todos con respeto y amor. Tu corazón ya está en el camino correcto al buscar la verdad.
Con esas palabras de consuelo, Legolas sintió un leve alivio, aunque el dolor no desapareció por completo. Sabía que el camino por delante sería complicado, pero también entendía que su padre había ofrecido una guía sabia y amorosa. Se permitió entonces buscar apoyo en sus brazos, y el rey no dudó en corresponder aquella muestra de afecto, pues el dolor de su hijo también era el suyo propio.
Legolas sabía que su única opción ahora era seguir adelante y esperar, que con el tiempo, las heridas de Aragorn, así como las suyas propias, pudieran finalmente sanar.
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Bajo Estrellas Contrapuestas (Legolas x Éomer/Aragorn)
Fiksi PenggemarEn las profundidades del bosque, donde las sombras se entrelazan con los susurros del viento, un ser de luz encontró su corazón dividido entre dos destinos opuestos: uno de nobleza antigua y otro de pasión ardiente, cada uno prometiendo un amor que...