Se hallaban en el extremo de una sala muy grande, apenas iluminada. Altísimas columnas de piedra talladas con serpientes enlazadas se elevaban para sostener un techo que se perdía en la oscuridad, proyectando largas sombras negras sobre la extraña penumbra verdosa que reinaba en la estancia. Con el corazón latiéndoles muy rápido, Harry y ____ escucharon aquel silencio de
ultratumba. ¿Estaría el basilisco acechando en algún rincón oscuro, detrás de una columna? ¿Y dónde estaría Ginny? Sacaron sus varita y avanzaron por entre las columnas decoradas con
serpientes. Sus pasos resonaban en los muros sombríos. Iban con los ojos entornados, dispuestos a cerrarlos completamente al menor indicio de movimiento. Les parecía que las serpientes de piedra los vigilaban desde las
cuencas vacías de sus ojos. Más de una vez, el corazón les dio un vuelco al creer que alguna se movía.Al llegar al último par de columnas, vio una estatua, tan alta como la misma cámara, que surgía imponente, adosada al muro del fondo. Tuvieron que echar atrás la cabeza para poder ver el rostro gigantesco que la coronaba: era un rostro antiguo y simiesco, con una barba larga y
fina que le llegaba casi hasta el final de la amplia túnica de mago, donde unos enormes pies de color gris se asentaban sobre el liso suelo. Y entre los pies, boca abajo, vio una pequeña figura con túnica negra y el cabello de un rojo encendido.
—¡Ginny! —susurraron, corriendo hacia ella e hincándose de rodillas—. ¡Ginny! ¡No estés muerta! ¡Por favor, no estés muerta! —Dejaron las varitas a un lado, ____ cogió a Ginny por los hombros y le dio la vuelta. Tenía la cara tan blanca y fría como el mármol, aunque los ojos estaban cerrados, así que no estaba petrificada. Pero entonces tenía que estar…—. Ginny, por
favor, despierta —susurró ____ sin esperanza, agitándola. La cabeza de Ginny se movió, inanimada, de un lado a otro. —No despertará —dijo una voz suave. Se enderezaron de un salto. Un muchacho alto, de pelo negro, estaba apoyado contra la columna más cercana, mirándole. Tenía los contornos borrosos, como si lo estuvieran mirando a través de un cristal empañado. Pero no había dudas sobre quién era.—Tom… ¿Tom Ryddle?— pregunto ____.
Ryddle asintió con la cabeza, sin apartar los ojos de sus rostros.
—¿Qué quieres decir? ¿Por qué no despertará? —dijo Harrydesesperado—. ¿Ella no está… no está…? —Todavía está viva —contestó Ryddle—, pero por muy poco tiempo.— lo miraron detenidamente. Tom Ryddle había estudiado en Hogwarts hacía cincuenta años, y sin embargo allí, bajo aquella luz rara, neblinosa y brillante, aparentaba tener dieciséis años, ni un día más. —¿Eres un fantasma? —preguntó Harry dubitativo.—Soy un recuerdo —respondió Ryddle tranquilamente— guardado en
un diario durante cincuenta años. Ryddle señaló hacia los gigantescos dedos de los pies de la estatua. Allí se encontraba, abierto, el pequeño diario negro que habían hallado en los aseos de Myrtle la Llorona.Durante un segundo, se preguntaron cómo habría llegado hasta allí. Pero tenían asuntos más importantes en los que pensar. —Tienes que ayudarnos, Tom —dijo Harry, volviendo a levantar la cabeza de Ginny—. Tenemos que sacarla de aquí. Hay un basilisco… No sé dónde está, pero podría llegar en cualquier momento. Por favor, ayúdame…—Ryddle no se movió. Harry, sudando, logró levantar a medias a Ginny del suelo con ayuda de su hermana, y se inclinaron a recoger sus varitas. Pero ya no estaban. —¿Has visto…?—
Levantó los ojos. Ryddle seguía mirándolo… y jugueteaba con las varitas de Harry y ____ entre los dedos. —Gracias —dijo Harry, tendiendo la mano para que el muchacho se las devolviera.
Una sonrisa curvó las comisuras de la boca de Ryddle. Eso hizo temer a la chica Potter. El siguió mirando a Harry y a ____, jugando indolente con las varitas.
—Escucha —dijo Harry con impaciencia. Las rodillas se les doblaban bajo el peso muerto de Ginny—. ¡Tenemos que huir! Si aparece el basilisco… —No vendrá si no es llamado —dijo Ryddle con toda tranquilidad. Volvieron a posar a Ginny en el suelo, incapaces de sostenerla. —¿Qué quieres decir? —preguntó ____—. Mira, danos las varitas, podríamos necesitarlas.— La sonrisa de Ryddle se hizo más evidente. —No las necesitarán—repuso. Harry lo miró. —¿A qué te refieres, nosotros no…? —He esperado este momento durante mucho tiempo, Harry y ____ Potter — dijo Ryddle—. Quería verlos. Y hablarles. —Mira —dijo ____, perdiendo la paciencia—, me parece que no lo has entendido: estamos en la Cámara de los Secretos. Ya tendremos tiempo de hablar luego. —Vamos a hablar ahora —dijo Ryddle, sin dejar de sonreír, y se guardó en el bolsillo las varitas.
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El Último Black (Regulus y Tn)
Romanceesta historia es muy diferente a otras que e leído espero les guste ya que es mi primera vez escribiendo historias