Capitulo 12

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Las cosas no podían haber salido peor. Filch los llevó al despacho de la profesora McGonagall, en el
primer piso, donde se sentaron a esperar, sin decir una palabra. ____ temblaba. Excusas, disculpas y locas historias cruzaban la mente de Harry, cada una más débil que la otra. No podía imaginar cómo se iban a librar del problema aquella vez. Estaban atrapados. ¿Cómo podían haber sido tan estúpidos para olvidar la capa? No había razón en el mundo para que la profesora McGonagall aceptara que habían estado vagando durante la
noche, para no mencionar la torre más alta de Astronomía, que estaba prohibida, salvo para las clases. Si añadía a todo eso Norberto y la capa invisible, ya podían empezar a hacer las maletas. ¿Harry pensaba que las cosas no podían estar peor? Estaba equivocado. Cuando la profesora McGonagall apareció, llevaba a Neville. —¡Harry ____! —estalló Neville en cuanto los vio—. Estaba tratando de encontrarlos para prevenirlos, oí que Malfoy decía que iba a atraparlos, dijo
que tenías un drag…— Harry negó violentamente con la cabeza, para que Neville no hablara más, pero la profesora McGonagall lo vio. Lo miró como si echara fuego igual que Norberto y se irguió, amenazadora, sobre los tres.

—Nunca lo habría creído de ninguno de ustedes. El señor Filch dice que estaban en la torre de Astronomía. Es la una de la mañana. Quiero una explicación.
____ miraba fijamente sus zapatillas, tan rígida como una estatua. —Creo que tengo idea de lo que sucedió —dijo la profesora
McGonagall—. No hace falta ser un genio para descubrirlo. Se inventaron una historia sobre un dragón para que Draco Malfoy saliera de la cama y se metiera en líos. Los he atrapado. Supongo que les habrá parecido divertido
que Longbottom oyera la historia y también la creyera, ¿no?—
Harry captó la mirada de Neville y trató de decirle, sin palabras, que
aquello no era verdad, porque Neville parecía asombrado y herido. Pobre mete-patas Neville, Harry sabía lo que debía de haberle costado buscarlos
en la oscuridad, para prevenirlos.—Estoy disgustada —dijo la profesora McGonagall—. Cuatro alumnos fuera de la cama en una noche. ¡Nunca he oído una cosa así! Tú, ____ Potter, pensé que tenías más sentido común. Y tú, Harry Potter… Creía que Gryffindor significaba más para ti. Los tres sufriran castigos… Sí, tú también, Longbottom, nada te da derecho a dar vueltas por el colegio durante la noche, en especial en estos días: es muy peligroso y se les descontarán cincuenta puntos de Gryffindor.
—¿Cincuenta? —resopló Harry. Iban a perder el primer puesto, lo que había ganado en el último partido de quidditch. —Cincuenta puntos cada uno —dijo la profesora McGonagall, resoplando a través de su nariz puntiaguda, después de todo el rato ____ habló—Profesora… por favor… Usted, usted no… —No me digas lo que puedo o no puedo hacer, ____ Potter. Ahora, vuelvan a la cama, todos. Nunca me he sentido tan avergonzada de alumnos
de Gryffindor.

Ciento cincuenta puntos perdidos. Eso situaba a Gryffindor en el último lugar. En una noche, habían acabado con cualquier posibilidad de que Gryffindor ganara la copa de la casa. Harry sentía como si le retorcieran el
estómago. ¿Cómo podrían arreglarlo? Harry ni ____ no durmieron aquella noche. ____ no podía contener el llanto y Hermione la consolaba. Harry al no poder tampoco dormir podía oír el llanto de Neville, que duró
horas. No se le ocurría nada que decir para consolarlo. Sabía que Neville, como él mismo, tenía miedo de que amaneciera. ¿Qué sucedería cuando el resto de los de Gryffindor descubrieran lo que ellos habían hecho? Al principio, los Gryffindors que pasaban por el gigantesco reloj de arena, que informaba de la puntuación de la casa, pensaron que había un
error. ¿Cómo iban a tener, súbitamente, ciento cincuenta puntos menos que el día anterior? Y luego, se propagó la historia. Harry y ____ Potter, los famosos hermanos Potter, los héroes de dos partidos de quidditch, les había hecho perder todos esos puntos, ellos y otro estúpido de primer año. De ser unas de las personas más populares y admiradas del colegio, los mellizos súbitamente eran los más detestados. Hasta los de Ravenclaw y Hufflepuff les giraban la cara, porque todos habían deseado ver a Slytherin
perdiendo la copa. Por donde quiera que pasaran, los señalaban con el dedo y no se molestaban en bajar la voz para insultarlo. Los de Slytherin, por su parte, lo aplaudían y lo vitoreaban, diciendo: «¡Gracias, Potter, les
debemos una!» Sólo Ron y Regulus los apoyaban. —Se olvidarán en unas semanas. Fred y George han perdido puntos muchas veces desde que están aquí y la gente los sigue apreciando. —Pero nunca perdieron ciento cincuenta puntos de una vez, ¿verdad?
—dijo ____ tristemente.
—Bueno… no —admitió Ron.
Era un poco tarde para reparar los daños, pero Harry se juró que, de ahí en adelante, no se metería en cosas que no eran asunto suyo. Todo había sido por andar averiguando y espiando. Se sentían tan avergonzados que fueron a ver a Wood y le ofrecieron su renuncia.                  —¿Renunciar? —exclamó Wood—. ¿Qué ganaríamos con eso? ¿Cómo vamos a recuperar puntos si no podemos jugar al
quidditch?—

El Último Black (Regulus y Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora