Habían pasado tres años desde el turbulento nacimiento de Joffrey y Daeron, años en los que Westeros había conocido una paz tensa, pero paz al fin. Los recién nacidos se habían convertido en niños vigorosos, con la energía y curiosidad propias de su edad. Joffrey, con su cabello oscuro y ojos penetrantes, ya mostraba indicios de una personalidad fuerte y decidida, siempre siguiendo a su madre Rhaenyra por los pasillos del castillo, tratando de imitar sus gestos. Daeron, por su parte, se había ganado el cariño de todos con su cabello plateado y ojos violetas, herencia indudable de su linaje Targaryen. Era un niño alegre, que encontraba diversión en cualquier rincón del castillo, siempre riendo y correteando detrás de su madre, la Reina Alicent, en la Fortaleza Roja. Aunque las tensiones políticas continuaban latentes, la vida cotidiana de la familia había adquirido una aparente normalidad, como si las sombras de la traición y el conflicto hubieran retrocedido temporalmente. Pero como todo en Westeros, la calma era solo un preludio, y el destino, siempre caprichoso, tenía sus propios planes para los años venideros.
El viento soplaba suavemente entre los árboles del Tridente mientras Laenor Velaryon desmontaba su caballo con una sonrisa, sintiendo la libertad del aire fresco que le brindaba un respiro de la vida en la corte. La cacería, organizada por los Bracken, le había ofrecido una oportunidad para alejarse de los constantes murmullos y las tensiones que lo asediaban en Desembarco del Rey. Sabía que no era común que un Velaryon fuera invitado a una cacería en el corazón de las tierras verdes, pero no había pensado mucho en ello y con convencimiento de su amante Qarl decidió asistir. Tal vez, como dijo su amante, los Bracken simplemente querían establecer una amistad con una de las casas más poderosas del reino.
Laenor miró a su alrededor, observando a los otros cazadores mientras preparaban sus arcos y flechas. El joven Bracken, anfitrión de la cacería, le dedicó una sonrisa y un gesto amistoso, asegurándole que pronto cazarían un ciervo que se había visto en las cercanías. Laenor asintió, agradecido por la hospitalidad, pero no pudo evitar notar la tensión en el aire. Algo no encajaba, pero no quiso dejar que la desconfianza arruinara lo que prometía ser un día de paz que podía pasar con Qarl.
El grupo se adentró en el bosque, el sonido de las hojas crujiendo bajo sus pies y el canto de los pájaros llenando el aire. Laenor y Qarl se adelantaron un poco, disfrutando de la sensación de estar solo en la naturaleza. Su mente divagaba hacia los problemas que había dejado atrás: su matrimonio con Rhaenyra, y los persistentes rumores sobre los verdaderos padres de sus hijos. A pesar de todo, sentía una extraña calma, como si el bosque lo abrazara en su silencio.
De repente, el sonido de cascos galopando rompió la quietud. Laenor giró la cabeza justo a tiempo para ver a uno de los cazadores siendo arrojado de su caballo en medio del caos. El animal, asustado, corrió hacia los árboles mientras los otros cazadores se dispersaban, intentando controlarlo. Pero antes de que Laenor pudiera reaccionar, hombres enmascarados emergieron de las sombras, sus ojos brillando con una peligrosa determinación.
Laenor apenas tuvo tiempo de desenfundar su espada antes de que el primer hombre cayera sobre él. El choque de acero contra acero resonó en el claro mientras Laenor luchaba con todas sus fuerzas, su entrenamiento como guerrero poniéndose en práctica. Pero eran demasiados. Las espadas y dagas lo rodeaban, y aunque logró derribar a dos de los atacantes, una hoja encontró su costado, otra se clavó en su espalda, y una tercera perforó su abdomen.
Cayó de rodillas, la espada aún en su mano temblorosa, la sangre fluyendo de sus heridas y manchando el suelo bajo él. Los enmascarados se acercaron, uno de ellos se inclinó sobre Laenor, levantando su máscara lo suficiente para que solo él pudiera ver su rostro.
"Te encontrarás con tu amante nuevamente, y por fin podrás decidir entre el que acaba de morir y el que murió el día de tus nupcias", susurró el hombre, su voz fría como el hielo. "Agradecele a tu querida esposa por tu suerte."
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La Maldición Del Dragón (RhaenyraxLaenaxOFC)
FanfictionSer un Targaryen es vivir o morir como su lema "Sangre y fuego". ¿Qué pasaría si los Targaryen no escaparon de la maldición de la Vieja Valyria? ¿Podrán sobrevivir o caerá la casa Targaryen como muchos lo desean? Mientras descubren cómo salvar su li...