La luna brillaba sobre las aguas turbulentas que rodeaban Driftmark, lanzando destellos plateados que danzaban sobre las olas. El viento marino soplaba con fuerza, agitando los estandartes de la Casa Velaryon y trayendo consigo el olor a sal y a pérdida. En la terraza más alta del castillo, Laena esperaba en silencio, envuelta en el manto de su duelo y en la tempestad de sus pensamientos. Sabía que Daemon vendría. Lo había hecho antes, siempre regresaba, aunque nunca cuando verdaderamente lo necesitaba.
La puerta se abrió con un chirrido lento, y los pasos seguros de Daemon resonaron en las piedras gastadas del balcón. La figura esbelta y resuelta de Laena permaneció de espaldas a él, la mirada fija en el horizonte, donde el mar se fundía con la oscuridad de la noche. No necesitaba girarse para saber que él estaba allí; el silencio denso entre ambos lo decía todo.
Daemon avanzó un paso más, pero el viento que separaba a ambos se sintió más fuerte que nunca. El hombre, siempre seguro de sí mismo, parecía dudar. A Laena no le sorprendía. Daemon Targaryen siempre había sido un hombre que prefería la huida a enfrentar lo que le incomodaba. Y ahora, estaba aquí, intentando reclamar lo que nunca había sabido cuidar.
"Laena" murmuró Daemon, como si su nombre fuera una súplica.
Ella permaneció inmóvil por un momento, dejando que su nombre se disolviera en el aire. Cuando finalmente habló, lo hizo con una calma peligrosa, cargada de resentimiento contenido.
"Así que finalmente decidiste aparecer. Qué apropiado, ahora que ya no hay nada que perder.".
Daemon dio un paso más, pero la distancia entre ellos era más profunda que cualquier abismo. "Nunca quise hacerte daño, Laena. Lo que ocurrió... no fue lo que planeé."
Entonces, ella se giró. Laena Velaryon, en todo su esplendor sombrío, lo miró directamente a los ojos, y en su expresión había algo más letal que la furia: había decepción.
"No quisiste hacerme daño, pero lo hiciste de todas formas." Su voz era baja, pero cada palabra caía como una daga entre ellos.
"¿Proponerle matrimonio a Rhaenyra? ¿Apenas unas horas después de que enterráramos a mi hermano, su esposo? Daemon, ¿qué clase de hombre hace algo así?"Daemon apretó los labios, sin encontrar las palabras correctas. No había justificación posible, y lo sabía.
"Fue un error," dijo al fin, pero incluso mientras lo decía, sabía que era una respuesta insuficiente.
Laena dejó escapar una risa breve y amarga.
"¿Un error? No, Daemon. No fue un error. Fue una elección. Como siempre, elegiste lo fácil. Elegiste huir hacia lo que deseabas en lugar de quedarte y enfrentar mi perdida. Así has sido toda tu vida, Daemon. Cuando las cosas se complican, te marchas."
Las palabras de Laena eran un latigazo, y Daemon sintió cómo cada una de ellas encontraba su marca. No podía negar la verdad en ellas. Se había marchado de la corte cuando las intrigas se volvieron insoportables. Había abandonado a su primera esposa sin mirar atrás. Y ahora, había hecho lo mismo con Laena.
"Estaba... confundido," intentó explicar Daemon, pero la mirada de Laena lo hizo callar al instante.
"¿Confundido?" repitió ella con incredulidad.
"Mi hermano estaba muerto. Mis hijas y yo estábamos solas llorando su partida, y tú estabas allí... proponiendo matrimonio a la viuda de mi hermano. ¿Eso es confusión, Daemon? O es que simplemente no sabes cómo quedarte cuando más se te necesita."Laena se mantenía de pie, inmóvil, como una estatua cincelada en el dolor y la decepción. Frente a ella, Daemon Targaryen respiraba profundamente, consciente de que cada palabra que decía parecía no ayudarlo.
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La Maldición Del Dragón (RhaenyraxLaenaxOFC)
FanfictionSer un Targaryen es vivir o morir como su lema "Sangre y fuego". ¿Qué pasaría si los Targaryen no escaparon de la maldición de la Vieja Valyria? ¿Podrán sobrevivir o caerá la casa Targaryen como muchos lo desean? Mientras descubren cómo salvar su li...