Nacimientos

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La noche en Desembarco del Rey estaba envuelta en una atmósfera de tensión y anticipación. La reina Alicent y la princesa Rhaenyra estaban ambas en trabajo de parto, y la Fortaleza Roja se encontraba en un estado de agitación. Los sirvientes corrían de un lado a otro, llevando paños, agua caliente y cualquier cosa que las dos mujeres pudieran necesitar.

El sonido de los gritos de dolor y esfuerzo llenaba los pasillos mientras ambos alumbramientos avanzaban simultáneamente. Los maestres y las comadronas se movían frenéticamente entre las dos habitaciones, cada uno consciente de la importancia de estos nacimientos para el futuro de la corona.

En la habitación de Alicent, el ambiente era solemne pero esperanzador. La reina, rodeada por sus damas de compañía y asistida por el Gran Maestre, se concentraba en traer al mundo a su hijo. Las velas parpadeaban, proyectando sombras danzantes en las paredes, mientras los gemidos de Alicent resonaban en la habitación. Finalmente, después de varias marca de vela y gran esfuerzo, se escuchó el llanto de un recién nacido. El Gran Maestre levantó al bebé, proclamando: "Es un varón."

Alicent, exhausta pero aliviada, aceptó a su hijo en brazos. El niño tenía el cabello platinado y los ojos violetas típicos de los Targaryen. Recordando las palabras de su padre sobre como debía seguir las tradiciones de su esposo quien le había dado libertad para nombrar al bebé en su vientre dijo suavemente con una sonrisa débil pero orgullosa "Lo llamaremos Daeron". Los sirvientes y las damas de compañía intercambiaron miradas de aprobación y susurros de admiración por el aspecto del bebé quien se podía decir era el varón más hermoso que había dado a luz la reina.

Poco después, el rey Viserys entró en la habitación, su rostro iluminado por una mezcla de preocupación y esperanza. Al ver a Alicent con el bebé en brazos, una sonrisa se extendió por su rostro. "Alicent, mi amor, lo has hecho maravillosamente," dijo, acercándose para ver a su hijo. "He escuchado que le has nombrado Daeron, un nombre digno de un príncipe."

Viserys acarició la mejilla del bebé y luego besó la frente de Alicent. "Estoy tan orgulloso de ti. Nuestro hijo será un gran príncipe como lo son sus hermanos."

Mientras tanto, en la habitación de Rhaenyra, el ambiente era igualmente tenso pero teñido de una esperanza ansiosa. Rhaenyra, se encontraba rodeada por sus propias damas de compañía y maestres, luchaba por dar a luz a su hijo, quien había tardado más que Jacaerys y Lucerys en llegar al mundo. Las velas en la habitación de Rhaenyra proyectaban un resplandor cálido mientras ella se esforzaba, aferrándose las manos en su cama.

Cómo el trabajo de parto de Rhaenyra se prolongaba más de lo esperado, la preocupación comenzaba a teñir las expresiones de las damas de compañía y los maestres a su alrededor. Los gritos de dolor de Rhaenyra resonaban por la habitación, y el sudor perlaba su frente mientras luchaba por traer a su hijo al mundo.

Rhaenyra en ese momento recordó con horror la historia de su madre, Aemma Arryn, y cómo su vida había sido sacrificada en un intento desesperado por salvar a su hijo. El miedo de que algo similar pudiera sucederle a ella la consumía. "No... no me harán lo mismo... no me harán lo mismo," murmuraba entre jadeos, su voz quebrada por el dolor y el miedo.

De repente, en medio de su agonía, escuchó una voz familiar en su mente. "Rhaenyra, estoy contigo. Nadie te hará daño. Si alguien se atreve a hacerlo, terminaré con su vida."

Rhaenyra, confundida pero reconfortada, cerró los ojos e intentó concentrarse en la voz. "¿Vys? ¿Cómo puedes decir eso? No estás conmigo ahora, y te necesito" pensó con desesperación.

La voz de Vys respondió con una seguridad inquebrantable. "Estás equivocada, mi princesa dragón. Estoy detrás del pasadizo de Maegor, justo aquí, si me necesitas. No dejaré que te lastimen, así que respira y deja que esa cría que tienes en el vientre conozca el mundo."

La Maldición Del Dragón (RhaenyraxLaenaxOFC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora