Consuelo

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El castillo de Driftmark estaba sumido en una atmósfera pesada tras los acontecimientos recientes. La muerte Laenor Velaryon y el enfrentamiento entre Aemond y Lucerys había dejado a todos con los nervios a flor de piel, y el aire se sentía cargado de tensiones no resueltas. La noticia del conflicto se había extendido rápidamente, y ahora, mientras el día comenzaba con la salida del sol, el dolor y la preocupación se cernían sobre todos los que se encontraban en la fortaleza.

Rhaenyra caminaba por los pasillos con el corazón pesado, luchando por mantener la compostura. Las palabras que Aemond y Aegon habían lanzado sobre la ascendencia de sus hijos resonaban en su mente, antes tenía Laenor para compartir esta carga, pero ahora estaba sola para enfrentar un futuro inquietante e incierto pues sabía que la perdida de a Aemond y su ojo tendría consecuencias que afectarían a todos y no solo eso, su pequeño Lucerys estaba traumatizado por lo ocurrido.

Pero aquello no era lo único que atormentaba sus pensamientos, sabía que tarde o temprano tendría que hablar con Laena, sobre la propuesta de su tío, pero la pérdida de Laenor y el reciente caos que rodeaba a sus hijos hacían que Rhaenyra sintiera que todo a su alrededor se desmoronaba.

Decidió buscar a Laena, sabiendo que no podían evitar esa conversación por más tiempo. La encontró en la terraza, donde la brisa del mar intentaba suavizar el calor del día. Laena estaba de pie, inmóvil, mirando hacia el horizonte como si las respuestas que necesitaba estuvieran escondidas entre las olas.

Rhaenyra se acercó despacio, sin querer interrumpir el frágil momento de calma que la mujer había encontrado. Pero sabía que tenía que hablar, que las cosas no podían ser ignoradas pues su tío podría tomar su silencio y hacer un malentendido que afectaría su relación con los Velaryon y aquello era lo último que deseaba.

"Laena," comenzó, su voz temblando ligeramente, "sé que este no es un buen momento, pero hay algo que debo decirte."

Laena no se giró inmediatamente, pero Rhaenyra notó cómo sus hombros se tensaban ante sus palabras. Finalmente, Laena habló, su voz era baja, cansada. "Rhaenyra... ¿Qué es lo que quieres decirme?"

Rhaenyra respiró hondo, sabiendo que no podía dar marcha atrás. "Sé que lo que ha pasado ha sido realmente un golpe duro. Todos estamos sufriendo. Pero hay algo más que debes saber, algo que me duele profundamente tener que decirte ahora, en medio de todo esto."

Laena finalmente se giró para enfrentarla, su rostro marcado por la tristeza y el cansancio. "¿Qué es, Rhaenyra? ¿Qué más podría pasar? ¿Qué debes decirme para tengas que lamentarte?"

Rhaenyra sintió un nudo en la garganta, pero forzó las palabras a salir. "Daemon... me propuso matrimonio. Fue después de que terminaríamos la ceremonia en honor a Laenor, y sé que es un golpe terrible para ti escuchar esto, pero no podía ocultártelo. No puedo hacerte eso."

Laena la miró fijamente, el dolor en su rostro transformándose en una mezcla de sorpresa y traición. "¿Daemon te pidió que te casaras con él?" susurró, como si cada palabra le costara un esfuerzo inmenso.

Rhaenyra asintió, sintiendo las lágrimas arder en sus ojos. "Lo hizo, Laena, pero quiero que sepas que no acepté. No puedo aceptar algo así, no después de lo que hemos pasado. No mientras tú estás sufriendo y la perdida de Laenor sea tan latente, puede que él y yo no fuésemos un matrimonio convencional, pero tienes que creer en qué yo lo amaba."

Laena cerró los ojos, tratando de contener las emociones que amenazaban con desbordarse. "¿Cómo pudo hacer algo así, Rhaenyra? Mi hermano acaba de morir. Lo he perdido para siempre, y... ahora esto... ¿Cómo pudo pensar siquiera en proponerte matrimonio en un momento como este?"

La Maldición Del Dragón (RhaenyraxLaenaxOFC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora