Capítulo 2- ¿Te apetece un té?

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Faye corrió hacia triaje, y antes de que la celadora pudiera llevar al niño a ningún box para ser explorado, la pediatra tomó la silla de ruedas del pequeño, decidida a mantener el control de la situación. 

-Muchas gracias, Marissa, ya me ocupo yo- Dijo amablemente mientras conducía ella misma al niño a un box vacío.

La policía que acompañaba al niño, se disponía a entrar, pero Faye se giró rápidamente interponiéndose en su camino.

-Muchas gracias agentes, pero a partir de aquí, está es mi jurisdicción-Dijo educadamente.- Pueden esperar fuera si lo desean-

Uno de los policías con expresión poco amistosa se atrevió a responder:

-Lo siento Doctora, pero por protocolo de seguridad, debemos de acompañar al menor en todo momento, "doctora Malisorn"- Dijo leyendo el cartelito que llevaba siempre colgado con su acreditación.

-Entiendo, pero voy a explorar al menor y por nuestro protocolo, no pueden estar presentes. Así que por favor, si son tan amables- Replicó la pelinegra, señalando la puerta con la mano e invitándoles a salir.

Los agentes de la policía Tailandesa, se volvieron a mirar entre sí hasta que uno de ellos con un leve gesto de cabeza indicó al otro que salieran para esperar a que la pediatra acabara cuanto antes con su trabajo.

La pediatra, giró de nuevo hacia el niño y le sonrió tranquilizadora. El pequeño, con los ojos abiertos cómo platos, miraba asustado alrededor, buscando algo reconocible que le proporcionara un falso consuelo para aquel momento.

La médico, deseando que el niño no sufriera más de lo necesario, se apoyó de en  la camilla para estar enfrente del niño y con una distancia prudencial, sacó las pegatinas del bolsillo.

Aquel truco, siempre le funcionaba.

-¿Sabes?, Estoy atendiendo a una poli super simpática que me ha pedido una de estas pegatinas tan chulas que tengo.- Lo que pasa, es que no se si regalarle alguna, es que no me ha dicho que le guste Pokémon... Y a mi Pokémon me encanta.-

El niño seguía con la mirada perdida y no parecía que tuviera ningún interés en participar en la conversación.

Pero la pediatra no se rindió. 

Era muy cabezota y tenía todo el tiempo del mundo.

-Mi compañera de piso se está pasando ahora el juego del Pokémon Plata. ¿Sabes cual es?, seguramente ni lo conozcas por que eres un niño, pero hay un Pokémon impresionante, que..-

-Si, se cual es, tengo el oro- Contestó el niño en voz baja.-Mi mamá me lo regaló-

Faye, notó cómo los labios del pequeño al hablar temblaban, amenazando con un llanto inminente.

-¿Sí?, ¿Y cuantas medallas tienes ya?-Continuó preguntando mientras se bajaba de la camilla para acercarse lentamente al niño y realizarle rápidamente una inspección ocular.

El cuerpo de Anurak, a simple vista, estaba cubierto de varios hematomas: uno en el pómulo derecho, dos en el brazo y otro en la rodilla. Su melena oscura, pegada al cuero cabelludo por la suciedad y la grasa, le daba un aspecto aún más deplorable, al igual que su ropa descolorida y sucia, que revelaban un estado de abandono preocupante.

-¿Me dejas mirarte los ojitos?- Tienes unos ojos preciosos, ¿Lo sabías?-Dijo con la mayor dulzura que fue capaz de reunir.

Por primera vez en todo este espacio de tiempo, el niño levantó sus ojos marrones hacia ella.

Destilaban un terror animal.

 Faye ante su vista, sintió su corazón estrujarse ante la mirada del niño.

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