Capítulo 3- El hilo

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Al final, la médico salió tarde del hospital ese día. Yoko, no obtuvo ni el zumo, ni la visita de Faye a la comisaría.

Tres días después, con el papel casi rasgando el celofán del cielo, salió con su tetabrik de zumo habitual y un cigarillo en los labios. Faye no estaba muy segura de dónde se encontraba la comisaría, pero con el GPS y un poco de paciencia para orientarse, esperaba no tardar en llegar.

De camino, decidió llamar a su compi de piso Freen, no sabía todavía porqué, pero estaba un poquito de los nervios.

Bueno, en el fondo, si que lo sabía.

-¿Cómo se te ocurre llamarme a estas horas?, ¿se te ha ido la cabeza?, ¡Que ni siquiera son las siete de la mañana!- Se quejó Freen al otro lado del teléfono.

-Perdona, Sarocha, no me di cuenta de la hora. Es que tenía una cita con la agente Apasra en la comisaría y...- Faye no pudo terminar la frase.

-¡Para, para!, ¡Aguarda un segundo!, ¿Con la poli buenorra?-Preguntó su amiga, ahora completamente atenta a la conversación.

-¡No le digas así!, ya sabes que solo hemos hablado de temas profesionales- Se apresuró a aclarar Faye sonrojada ante la acusación de su amiga.

-Si, claro, pero tú, que tardas una eternidad en abrirte y darte a conocer a la gente...Pues me parece raro...¿Qué has hecho con la engreía de mi amiga?- Bromeó Freen.

-¡Yo no soy una engreída!- Replicó la médico con los ojos entrecerrados.

-Me encanta hacerte enfadar, Malisorn. Pero en serio, ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión y quedar con ella?, además del papeleo y todo lo que sucedió en el hospital, claro-

-¿Sinceramente?, No lo sé, te juro Freen que trato de mantener las distancias con ella- Explicó Faye, dando una calada al cigarro nerviosa.- Y más con ese carácter y la  personalidad que tiene Yoko. Pero no sé que pasa, que cada vez que habla o me sonríe, automáticamente me gana-

-Algo así me contó mi espía secreto...- Comentó Freen, que aunque Faye no podía verla, sabía que estaba sonriendo.

Freen Sarocha, sabía que no era normal que la médico conectara tan rápido con alguien.

De hecho, no era común que conectara con nadie, en general.

Escucharla tan libre y despreocupada le sorprendió. 

Ella era de las pocas personas que conocían el verdadero sentido del humor de Faye. Así, que si la agente buenorra le hacía sentirse libre entre tantas normas y formalidades, no iba a ser ella quien arruinara todo eso.

Conforme se acercaba a la comisaría de policía, la pediatra se despidió de su amiga y apagó el cigarrillo en su bota antes de seguir.

Cuando por fin tenía el edificio enfrente de sus narices, se encontró con Yoko en la puerta, sosteniendo un pequeño vasito de cartón que Faye dedujo que ese liquido que estaba bebiendo, era el elixir de los dioses y la gasolina que le daría energía durante el resto de la mañana a su menudo cuerpo.

-Buenos días- Saludó Faye con una sonrisa.

-Buenos días doctora. ¿Cómo es posible que estés tan de buen humor? es super temprano-Respondió Yoko, dando otro trago a su café, claramente cansada.

Aun así, con ese cansancio que llevaba encima, estaba preciosa.

-Pasa, te voy a enseñar un poco todo esto- Dijo Yoko, invitándole a entrar.

Faye, algo tímida y fuera de su zona de confort, la siguió. En la entrada, estaba una mujer despampanante con el mismo vasito de café esperándola-

-Buenos días, señorita Apasra- Saludó la agente educadamente.

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