Aiko
Eran posiblemente las 10 de la noche, las luces estaban con poca intensidad lo que hacía que las estrellas resalten más, la luna estaba llena y se veían una que otras nubes, lo que mejoraba por completo la vista.
Me encontraba caminando con Sugawara, no sabía exactamente a donde íbamos pero todo lugar que no sea mi casa, era más que perfecto. Sugawara es un desconocido, lo conozco hace menos de una semana, pero estoy segura de que no es una mala persona, es más... es una de las personas más amables que conocí.
- ¿Sugawara, por qué estas llevando una desconocida a tu casa? - Pregunté mientras lo miraba de reojo.
- ¿Y tú?, ¿Por qué estas yendo a la casa de un desconocido?.
- No sé, tal vez porque no lo eres.
- Nos conocemos hace menos de una semana.
- ¡Y eso es más que suficiente! - Le respondí con una sonrisa.
El suspiró, pero con una sonrisa.
- Tu no eres una desconocida, eres Aiko - Me dijo mientras miraba el cielo y las hermosas estrellas.
- Es algo lógico - Respondí tentada.
- Lo que quiero decir es... No eres una desconocida, eres mi amiga, ¿No? - Me preguntó mientras volteaba su mirada hacia mí.
- Si, Sugawara. Soy tu amiga. - Respondí con una sonrisa.
- Me alegra saberlo.
- ¿Tus padres no se enojaran por llevar a una desconocida a casa?
Sugawara puso su mano en mi cabeza - No, tranquila - Dijo con una sonrisa.
Ese acto me hizo acordar a Konoha, lo que hizo que me ponga sensible. Mis ojos se cristalizaron y mire hacia abajo para evitar que Sugawara lo noté.
- ¿Estás así por lo de tu mamá? - Me preguntó preocupado.
- No - Dije mientras frotaba mis ojos - Estoy asi por tí.
- ¡¿Por mi?!, ¡Lo siento seguramente hice algo que te incomodara! - Me respondió nervioso mientras agitaba sus manos alrededor mío sin saber que hacer.
Yo empecé a reír todavía con mis manos frotando mis ojos. El lo noto y se tranquilizó mientras dejaba caer sus hombros y me miraba reír.
- Lo siento - Dije entré risas - Es que eres tan gracioso - Agregué mientras levantaba la vista.
Pude notar como un ligero sonrojo aparecía en las mejillas del pelibranco.
Sugawara
Ver los ojos cansados de Aiko me hizo sentir un poco mal, tenia unos ojos perdidos.
Esos ojos que aunque estén hablando, riendo, comiendo o haciendo cualquier otra cosa, se ven perdidos. Sin a donde ir, a quien querer o simplemente sin saber que hacer.
cuando Aiko levantó la mirada pude ver sus ojos mientras reía, pero se veía algo diferente, ya no estaban perdidos.
- Aiko, ¿Que paso exactamente con tu mamá? - Le pregunté mientras miraba al frente.
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𝘛𝘢𝘬𝘦 𝘮𝘦 𝘸𝘪𝘵𝘩 𝘺𝘰𝘶
Любовные романыSota Suzuki, un prodigio deportivo conocido por su talento natural en cualquier disciplina, pero especialmente por ser el bloqueador central estrella de Fukurodani, cae en una depresión abrumadora que lo aleja de las canchas. Su hermana menor, Aiko...