Llegamos a la casa después de un largo viaje a mi parecer, no hablamos en todo el camino de regreso por ello lo sentí tan extenso, aún mantenía mi distancia, pero de una manera más discreta, Camilo ya no me dijo nada más, quizá prefería darme espacio.
Él no saludó a nadie cuando entramos, se dirigió a su cuarto, sus padres lo miraron extrañados, yo los saludé a todos con mucho ánimo, también me dirigí al cuarto de Marta, me tocaba dormir con ella, colgué el bolso, también el abrigo, me senté en el borde de la cama, suspiré con tristeza, sentí que mis lágrimas saldrían nuevamente.
—¿Morita?— Lucía me llamó, de inmediato sonreí mientras me quitaba los zapatos
—Aquí estoy— contesté
—¿Qué tienes?— preguntó Marta esta vez, ambas se colocaron frente a mí
—Nada, sólo estoy algo cansada— respondí riendo
—¿Pasó algo con Camilo? Él llegó, no saludó a nadie y se encerró; tú también llegaste toda decaída y te viniste directamente aquí...— volvió a decir Marta con tono preocupado—. No es una coincidencia
—Chicas, por favor, ya olvídense de que Camilo y yo podemos tener algo, decidí darme una oportunidad con Guillermo, a conocerlo y ver qué sucede— aclaré con seguridad
—¿Qué pasó? Cuéntanos por favor— imploró Lucía
—Esta mañana— mi sonrisa se borró, mantuve mi mirada en ellas, comencé a contarles con mucha tristeza—, Catalina me dijo que se me nota el gusto que siento por Camilo, se dio cuenta de ello, me advirtió que si yo causaba algún rompimiento entre ellos... — guardé silencio, sentí que si continuaba hablando me rompería a llorar y no quería eso
—Tranquila Morita— me pidió Marta, las dos me abrazaron de repente, fue muy cómodo el momento, me sentí consolada
—No permitiremos que te haga daño, primero la golpeamos nosotras a la zorra esa— aseguró Lucía molesta
—No llegaremos a esos extremos, Luci, Morita ya no quiere seguir con esto, bien, es su decisión, no podemos obligarla a estar con Camilo, más pendejo él que no se decide a quién escoger— escupió Marta
—Basta, no es un pendejo— lo defendí, no me gustaba que hablaran así de él, cuando no tenía ni idea de nuestras locas ideas—. Él no puede cambiar a su bonita novia por alguien que acaba de llegar, además, cuando nos conocimos yo era una niña, no convivimos lo suficiente para crear una relación sólida, algo para recordar de adultos— concluí
—Tienes razón— me apoyó Luci mientras acariciaba mi cabello—, nos hicimos ilusiones, los veíamos juntos, si ustedes dos se dieran cuenta de cómo los observábamos, hasta los vimos con hijos
—Por Dios, ¿en qué cosas piensan?— pregunté sonrojada mientras reía, ellas soltaron una carcajada.
◇ ◇ ◇ ◇
Luego de algunas horas riendo con las chicas, tomé mi toalla, el cepillo de dientes y salí del cuarto sin dejar de ver el suelo. La puerta del baño estaba cerrada, supuse que Camilo se estaba bañando; efectivamente así fue, él salió envuelto en una toalla, no quería mirarlo, me dolía aquello.
—Mírame a los ojos— dijo, sonó más como una orden, levanté la vista, sonreí con suavidad—, ya no estés así, por favor— me pidió y se acercó a mí
—Lo siento, Cami— me disculpé, él sonrió, acercó su mano a mi pómulo derecho y atrapó algo
—Una pestaña— articuló
—Oh— observé la pequeña pestaña en sus dedos, la acercó a mis labios
—Pide un deseo— decía burlón, yo simplemente no podía creer lo que estaba a punto de hacer
—Deseo comer un helado gigante— murmuré, soplé entre sus dedos, la pestaña voló hasta que la perdí de vista
—Seguro se te cumplirá— me dio un beso en la frente, mientras sostenía mis hombros, cerré los ojos disfrutando de sus labios en mi piel, se separó tan sólo un poco, tenía unas ganas de besarlo en los labios, pero me controlaba mirando sus lindos ojos, al igual que las gotas bajaban por su rostro
—¡Así los quería encontrar!— exclamó Karlota, Camilo dio unos pasos hacia atrás y ambos miramos a su madre—. Díganme, ¿qué se traen ustedes, chicos?— preguntó con una mirada amenazante mientras se acercaba a nosotros
—Nada, Karli— respondí con una risita que no pude evitar retener
—Mamá, no es nada, sólo hablábamos— aclaró él
—¿Te gusta Carmen?— cuestionó ella con insistencia
—Te recuerdo que tengo novia, además, Carmen es como Marta o Lucía, es como mi tercera hermanita menor— aclaró, se preguntarán si me dolió, no, ya no me duele, ya me acostumbré
—Te creeré por ahora— concluyó—, descansen chicos— se despidió
—Buenas noches— dijimos al unísono, ella se alejó hacia la casa nuevamente.
Camilo y yo nos miramos unos segundos más, señalé la puerta del baño, él señaló su habitación, asentí y entré al baño rápidamente huyendo. Dejé salir todo el aire que tenía acumulado, mi corazón estaba tan acelerado, no podía creer lo que me sucedía, era una locura.
Sentía que entre más intentaba huir de esos sentimientos hacia Camilo, más fuertes se volvían como si todo de él no quisiera desprenderse de mí, como sí mi mente se alejara de él mientras que mi corazón corría hacia él, hacia sus cálidos brazos.
—Dios, ya no quiero sentir esto...— murmuré mirando el techo mientras mis lágrimas bajaban sin control.
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Algo Inesperado
RomanceCarmen no tuvo una buena infancia, sin embargo, tuvo momentos buenos que la mantuvieron de pie, cuando salió del orfanato, comenzó la búsqueda de una mujer que la apoyó mucho años atrás. Cuando pudo encontrar a esa gran amiga, le pidió ayuda para re...