◇ Sin poder huir

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Finalmente llegó el viernes

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Finalmente llegó el viernes.

Me levanté de la cama con mucha pesadez, tomé mis cosas, salí del cuarto de Marta, al llegar al baño noté que estaba ocupado aún, entré al cuarto del lavadero a esperar, sabía que era Camilo y no quería verlo por nada del mundo.

Cuando lo vi alejarse hacia su habitación, corrí hasta el baño, me encerré rápidamente y suspiré como si no lo hubiera hecho en horas. Me desvestí rápidamente, entré a la ducha y me bañé lo más veloz posible.

◇ ◇ ◇ ◇

La noche anterior Lucía me había prestado su celular para llamar a Hugo y a Sandra, estaban muy preocupados cuando las chicas les dijeron que estaba desaparecida, tuve que calmarlos un poco, les expliqué con detalles lo ocurrido y confirmamos la cita de la noche.

Quedamos en vernos en un restaurante cerca del supermercado, ya que Jhonny debía cuidarme hasta que llegara a casa, aprovecharía para que él fuera mi guía y que también se divirtiera con nosotros los huérfanos.

◇ ◇ ◇ ◇

Después de toda mi rutina de limpieza, me cambié muy abrigada, ya no llovía, pero, el frío seguía estando muy intenso, Marta se levantó cuando yo iba saliendo, me pidió que me cuidara mucho, asentí y salí del cuarto. Cuando entré a la casa escuché la voz de Camilo, provenía de la cocina, pasé por allí despidiéndome con la mano.

—Un momento, Milton— dijo al teléfono—. Morita, espera— me tomó del brazo, ya iba llegando a la sala—. No te irás sola— afirmó

—No me iba— respondí burlona—, iba a la sala

—Sí, claro— espetó sarcástico—, espérame en el comedor— me exigió como un padre regañón, sin refutar nada más, me regresé al comedor y me senté en el lugar de siempre.

Los desayunos ya estaban servidos, mi plato contenía un sándwich de jamón, también tenía una manzana cortada en cuatro trozos, a un lado del plato había una taza de café negro, sin duda Camilo era el esposo perfecto, el plato se veía tan bonito. Minutos después él volvió al comedor, comenzamos a comer en completo silencio, no me decía nada sobre mi estúpida confesión, pero, lo prefería así, prefería que no dijera nada, sólo así no me sentiría tan lastimada.

Finalmente acabamos de desayunar, nos cepillamos los dientes juntos en el baño, jugamos con la espuma, lo cual fue asqueroso y tonto porque tuvimos que cambiarnos, él se colocó una camiseta y yo otro suéter. Después cada uno tomó sus cosas y salimos de casa; antes despidiéndonos de Karlota y Jhon.

—Hoy me veré con mis amigos de nuevo— le dije, ya que el silencio incómodo me tenía harta, caminábamos algo lento hacia la parada del bus

—Genial, con este chico...— dijo intentando recordar su nombre

Algo InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora