Pasaron algunos años, finalmente, nunca llegó un príncipe por mí.
◇ ◇ ◇ ◇
A los dieciocho, en el orfanato me dijeron que ya era libre para empezar mi vida; Karina Rodríguez, una gran mujer que siempre me enseñó a crear metas, me animó a cumplirlas también, era una buena señora. Ella era la encargada de dirigir aquella sede de "Familia y bienestar".
Yo no sabía cómo empezaría mi nueva vida, no había podido entrar a la universidad, no era buena en nada prácticamente, sólo se me ocurrió ir a un lugar donde sabía que alguien me ayudaría mucho, a conseguir empleo y guiarme como una adulta responsable.
Aquél barrio había cambiado un poco, había casas que seguían igual, las mismas puertas, las mismas fachadas con las mismas matas; otras si habían cambiado mucho, la casa de ella era una de esas, tenía otro color, nueva puerta, dos ventanas muy elegantes, muy diferentes a las que había antes, hacían juego con la puerta y la reja. También tenían un timbre, lo toqué con algo de nerviosismo, no sabía lo que me esperaba allí dentro, porque habían pasado algunos años ya.
-¿Hola?- preguntó un chico pelinegro al abrir la puerta, lo reconocí de inmediato
-Hola, busco a... Karlota Suarez- anuncié algo apenada
-No está, ¿quién la busca?- inquirió mientras me estudiaba con su mirada, parecía buscarme en sus recuerdos, quizá mi rostro se le hacía conocido
-Soy Carmen García, una vieja amiga de ella- contesté con decepción, pensé que él se acordaría de mí en cuanto me viera
-Ya veo, ella está trabajando- volvió a decir, mantuve mi mirada fija en sus ojos, eran tan hermosos como los recordaba
-¿Sigue trabajando en la peluquería de Maritza Méndez?- cuestioné con interés, aun recordaba el camino, así que podría ir a buscarla allí
-No, ahora trabaja como operaria de aseo, en una empresa de correos- se recargó en el marco de la puerta mientras seguía estudiándome con su mirada
-Y-ya veo... - me abracé a mí misma, tenía mucho frío- ¿Eres Camilo? - alcancé a preguntar, su rostro había cambiado tan sólo un poco, su cabello estaba más abundante, sus ojos tenían grandes ojeras, pero aquel color avellano mantenía su brillo
-Sí, soy yo, ¿quieres pasar?- preguntó más amable
-No quisiera molestar... - comencé diciendo, pero moría por entrar y buscar algo de calor
-Para nada, mi madre vuelve como en dos horas, puedes esperarla mientras tanto, así me haces compañía- abrió la reja, me hice a un lado para que esta se pudiera abrir más
ESTÁS LEYENDO
Algo Inesperado
Lãng mạnCarmen no tuvo una buena infancia, sin embargo, tuvo momentos buenos que la mantuvieron de pie, cuando salió del orfanato, comenzó la búsqueda de una mujer que la apoyó mucho años atrás. Cuando pudo encontrar a esa gran amiga, le pidió ayuda para re...