Capítulo 11

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—¿Quieres que cambie aquí? —preguntó Love, mirando alrededor del ático que de repente parecía demasiado pequeño para dos dragones de gran tamaño.

Una luz burlona brilló en los ojos de Milk.

—¿Lo harás?

—No sé... tengo miedo.

La luz juguetona se extinguió inmediatamente.

—Y es por eso que estoy insistiendo. Necesitas comprender a la bestia dentro de ti. Hacer las paces con esa parte de ti misma. Quiero que entiendas el don que les diste sin saberlo a nuestros dragonets.

Aun así, la aterrorizaba. Pero tenía razón. Había hecho que sus hijos lo hicieran. Para ser justa, también debía hacerlo.

Milk se apartó de ella y se puso de pie.  Extendió su mano.

—Ven conmigo, mi precioso cisne. Te voy a enseñar lo que significa ser un feroz dragón. Confía en mí.

Contra toda razón y cordura, lo hizo.

—¿Dónde estamos?

—Avalon. Es el lugar más seguro que conozco para esto. El único lugar que conozco al que podemos ir y no ser molestados ni perseguidos. —Su mirada se oscureció antes de darle un casto beso que curiosamente la dejó sin aliento—. Ahora, déjate llevar.

Ella esperó a que se alejara antes de tomar una respiración profunda y... Dejando caer los brazos a los lados, ella negó con la cabeza.

—No puedo hacer esto.

Milk arqueó una ceja mientras le daba una mirada severa y cruzaba los brazos sobre su pecho.

—¿No puedes o no quieres?

No quería, pero no estaba dispuesta a admitir eso.

—¿Por qué es tan importante para ti? ¿Qué es lo que realmente importa?

—Porque le tienes mucho miedo a eso y a mí. Quiero que entiendas a la bestia en tu corazón. Ver por ti misma lo que significa ser un dragón. Sólo una vez en tu vida, Love. Eso es todo lo que pido. Compláceme.

En todos estos siglos, rara vez le había pedido algo. Y mientras estaba allí, la llenaba de vergüenza recordar aquellos puñados de veces.

Cada vez que estaba fuera de casa, le había pedido que le dejara quedarse en su cueva en la que no era ridiculizada por su pueblo, y ella le había negado esa comodidad. Le había pedido que no le sometiera a su tribu para ser inspeccionado como un animal enjaulado.

Ella también le había negado eso.

Le había rogado que huyera con ella  y formar una familia. Vivir, solo las dos, en paz. Sin tribu. Sin odio. Comenzar de nuevo y crear, en lugar de destruir.

Y lo último que quería para ella era que por a Milk le cayera la furia de Faye.

Las lágrimas llenaron sus ojos de nuevo al darse cuenta de lo injusta que había sido. Y cruel. Se ahogó en un sollozo.

—Love —suspiró Milk, destellándose a su lado para poder atraerla a sus brazos—. Está bien. No tienes que hacer esto.

Y eso logró hacerla llorar como un niño. Enterró la cara contra su pecho y lloró mientras todo el dolor y el pesar la sacudían. Deberían haber tenido una vida juntos. En cambio, sus miedos y su orgullo las habían separado durante siglos. Sus hijos y ella habían sido atrapados como estatuas de piedra y Milk había sido obligada a vivir célibe en total soledad.

Peor aún, habían herido a la única criatura en su vida que nunca había tratado de hacerle daño. En toda su vida, Milk fue la única para quien ella había sido lo primero. Y a pesar de todo, aún lo hacía.

˗ˏˋ 26 MilkLoveˎˊ˗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora