𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 25

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Freen entró en la oficina de Park Seo Joon. Su cabello, ya más largo, y su torso era cubierto por una sudadera de cuello alto y mangas rotas, llevaba sus manos vendadas puesto que había estado entrenando cuando fue solicitada su presencia en el despacho del prefecto. Vio el pequeño pino navideño que adornaba una esquina de la oficina y quiso soltar un bufido sarcástico, solo faltaba una semana para navidad, sin embargo, en Camp Alderson nadie lo celebraba, ni siquiera las creyentes. Freen odiaba la navidad, quizá por eso nadie se atrevía a proponer su celebración.

— ¿Qué ocurre? — Preguntó sentándose frente a Park.

— Hola Chankimha, no nos habíamos visto desde...

— Desde que fuiste a lamerme el culo al saber que mi padre era el coronel Chankimha. Sí, lo recuerdo. — Freen esbozó una sonrisa mordaz. Nunca podría olvidar cuando Seo Joon la llamó para decirle que admiraba el trabajo de su padre.

— Solamente me tomó por sorpresa... Nunca dijiste nada al respecto.

— ¿Qué razón tendría para decirle a la marioneta de Benjamín sobre mi padre? No eres nadie, Seo Joon, eres solamente un peón en manos de los que tienen el poder. — El rostro de Park se contrajo ante las palabras de Freen.

— Bueno, quizá este peón sí tenga algo de poder. — Estiró una carpeta en dirección a Freen. —Un abogado ha solicitado la libertad condicional para una de las reclusas de Camp Alderson... Y aún no decido qué hacer, ¿ahora quién lamerá el culo de quién, Sarocha?

Freen tomó la capeta en sus manos.

El oficio legal adjuntaba la solicitud para la libertad condicional bajo fianza de la reclusa Rebecca Patricia Armstrong.

— Tiene una conducta intachable, buenas referencias del personal de la unidad médica y un prontuario intachable antes de haber caído en Camp Alderson, solo debo hacer una llamada y estará fuera para mañana... ¿Qué lástima, no? Perderás a tu putita.

Freen no quitaba sus ojos de la ficha prontuarial de Becky, la foto de su corderita el día que fue fichada, tan miserable, con notorias ojeras y un mundo vacío reflejándose en sus ojos, no pudo evitar sonreír al ver la estatura marcada en su ficha, luego la molestaría por eso.

— Veinticuatro... — Freen cepilló su labio inferior con los dientes, soltó un suspiro y le lanzó la carpeta de vuelta a Park, sus orbes ónices fijos en el prefecto, quien aparentaba mantenerse calmado, sin embargo, el sudor de su frente lo delataba. — ¿Ella lo sabe?

— No todavía, quise mostrártelo primero.

— Bien... No hagas nada con eso aún. — Freen se colocó de pie y miró nuevamente el pino navideño, ladeando una pequeña sonrisa. — Navidad, eh.

— Me pides que no haga nada, ¿qué gano yo con eso?

Freen rodó los ojos y con una rapidez digna de una mercenaria acostumbrada a danzar con la muerte, de un salto estuvo de cuclillas sobre el escritorio de Seo Joon, con una mano sosteniendo su navaja sobre la garganta del hombre.

— Mantenerte con vida. — Presionó la navaja en el cuello del hombre. Park no respiraba, su rostro había perdido todo color. — No lo olvides, eres mierda de cerdo, Seo Joon. Mierda que puedo barrer cuando se me dé la gana, no me obligues a llamar a mi jodido padre y tener que pedirle un favor.

— N-no puedes...

— No termines esa frase. No me gusta ser desafiada, lo sabes. — Retiró la cuchilla de la garganta del prefecto y bajó del escritorio, volteándose para salir. — No hagas nada con el caso de Rebecca todavía. No dejes que se entere tampoco.

Prisionera // FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora