𝔽𝕚𝕟𝕒𝕝

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Fue cuando la fosa comenzó que Freen sintió miedo.

Porque podía cometer un error y poner en peligro la vida de Rebecca.

Porque podía morir en lo que cometía cada asesinato de la lista que Jennie le había entregado.

Porque Lalisa podía realmente arrebatar su vida en la pelea final.

Pero todos sus miedos desaparecieron cuando sintió la daga enterrarse en su abdomen, cuando vio el cielo azul y su cuerpo se desplomó en el suelo. El miedo desapareció cuando murió. Cuando Sarocha Chankimha dejó de existir y el título de emperadora recayó en Lalisa.

••••••

Ya era de noche y en la casona la música resonaba sobre las paredes. Los hombres de Alessandro custodiaban que nadie saliera, dándole paso libre a Jennie, quien llegó hasta la fosa común de cadáveres. Su cuerpo mimetizándose con la noche gracias a su ropa negra. Una pala en sus manos. Cavó con rapidez, con gotas de sudor en su frente y manos temblorosas. Nada le aseguraba que todo fuera a salir bien.

— Venga, hija de puta... — Susurró. Sus manos hundidas en la tierra. Removiendo cuerpos en busca de Freen; hasta que la encontró.

Su corazón latía con fuerza desmesurada. La adrenalina recorriendo su torrente sanguíneo. Todo el peso recaía en Jennie, en que hiciera bien su parte. Se apresuró a sacar a la tailandesa de la tierra, comprobando que su corazón aún latiera, que respirara. El labio inferior de Jennie temblaba, sus ojos irritados debido a las lágrimas que rogaban por salir y humedecer sus mejillas.

Freen demoró en reaccionar, desesperada a Jennie, quien susurraba a la noche cientos de "por favor, despierta".

Y finalmente despertó, tosiendo levemente y sintiendo un lacerante dolor en su abdomen. No sentía el cuerpo y su corazón apenas si bombeaba sangre. Freen lo sabía, la muerte esa noche había ido por ella.

— Eres una maldita inmortal — reía Jennie entre lágrimas. Vendando el abdomen de Freen. — Vale, ya está... Vamos.

Ayudó a Freen a colocarse de pie. La tailandesa apenas podía sostenerse en sus piernas. No iba a hablar; no podía gastar energías innecesariamente. Cada respiración dada era una lucha por permanecer con vida. Estaban nerviosas, las manos de Jennie llenas de tierra y la herida de Freen punzando en su abdomen, imposibilitándole el moverse con facilidad.

— Lalisa dice que meterte la daga fue la mejor sensación del mundo. — Dejó a Freen apoyada sobre un árbol cercano antes de caminar a la fosa de los cadáveres y devolver la tierra removida a su lugar.

— ¿Ce-celosa? — Jadeó únicamente. Con una mueca de dolor en su rostro.

— Casi — respondió. Aplanando con su pie la tierra que hubo removido para sacar a Freen. Preocupada de no dejar ninguna pista.

Freen apenas si podía sonreír, mareada y finalmente recuperando el aire que tanta falta le hizo. Lo que en su cabeza se sintió como horas, no habían sido más de unos cuantos minutos desde que fue enterrada hasta que Jennie pudo comenzar a escarbar en la tierra para sacarla. Con los mecenas ya apartados en su celebración, vigilados por Alessandro y Lalisa en la fiesta para que nadie saliese al lugar donde yacían los cuerpos de las combatientes caídas.

La rubia tenía todo magistralmente planeado para que pudieran salir de la casona sin ser vistas, traspasando una conveniente abertura en el muro que rodeaba la casona. Ocultas tras el velo de la noche. Freen dejándose guiar por Jennie, ya que ella misma no se encontraba en condición de tomar decisiones.

Prisionera // FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora