𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 26

284 19 1
                                    

Becky estaba sonriendo, la aspereza del filtro de su cigarrillo acariciaba el borde de sus labios mientras le daba una profunda calada. A corta distancia Freen reclamaba y gruñía fastidiada porque su viejo y decadente saco de boxeo finalmente había terminado por romperse del todo.

— Seguro ahora usará tu culo para practicar — se burló Rachel ganándose una risita baja en respuesta.

Lisa intentaba tranquilizar a Freen, tratando de explicarle que había dos sacos más de boxeo y que podía seguir usando otro.

Sin embargo, no.

Su dueña parecía tener una pequeña ligadura emocional a ese bulto de cuero azul y arena que se encontraba en el suelo.

— ¡No quiero otro! — Gritó encolerizada.

Becky rodó los ojos y botó el humo por la boca. Freen era alguien bastante caprichosa y cuando su poca paciencia se esfumaba, el resultado no era muy agradable.

— ¿Qué le pasó a la cavernícola de tu novia? — Preguntó Jennie llegando al lado de Becky.

Tenía un pómulo hinchado y teñido de matices rojizos. Becky frunció el ceño y recordó la escena del desayuno donde Jennie se peleó con una de las chicas de la mesa por una estupidez. Sí, estupidez, ya que definitivamente no era algo muy importante quien tuviera el cabello más rubio y, sin embargo, Jennie había reaccionado bastante mal cuando la otra chica le dijo que solamente era "una mal teñida".

Un espectáculo digno para comenzar el día, con Freen celebrando la "pelea de gatas" como lo había gritado a todo pulmón y con Lalisa vitoreando a Jennie, "rubia loca, te amo".

— Rompió su saco de boxeo — respondió Becky con voz traviesa. — Y ahora está como yegua en celo.

— Mujeres — se burló la rubia tomando el cigarrillo de los labios de Becky.

La británica se encontraba sentada en aquella banca donde siempre se sentaban para ver a las chicas entrenar, si aquello fuera una mala comedia norteamericana, serían algo así como las porristas, pero Becky no tenía pompones ni falda, solamente un desgastado short y una camiseta dos tallas más grandes que tenía el aroma de Freen. Tampoco animaba, ni siquiera le dirigía la palabra y aun así, a Freen parecía gustarle verla ahí, no lo decía, pero Becky podía ver atisbos de sonrisas en el rostro de su dueña cada vez que ella aparecía por la puerta para quedarse horas sentada, sin hacer nada más que fumar y ver a Freen lanzar golpes.

— Oye Trisha, ¿cómo está Lexi?

— Mejor, en unos días saldrá de la unidad médica.

— Genial.

Nadie dijo nada más al respecto. No querían recordar el suceso del día anterior cuando Lexi fue pillada en las regaderas, abusada y golpeada. Era la única del grupo que no tenía a alguien que velara por su seguridad y la marcara como propia, dando la oportunidad a las abusivas para hacer y deshacer con ella.

— Mira quién viene. — Señaló Rachel a la entrada. Suzy se encontraba ahí, con sus ojos de cachorro en busca de Freen. — ¿Todavía piensa que Freen la protege?

Becky se encogió de hombros.

Como Freen la había defendido una vez, y debido a que la chica prácticamente vivía pisándole los talones, al parecer se había generado un pensamiento colectivo de que la chica era una protegida de la emperadora. Preferiría que no fuera gracias a Freen que el trasero de Suzy estuviese a salvo, pero tampoco iba a desmentir tales rumores... Su conciencia no la dejaría dormir si llegaba a hacerlo.

Prisionera // FreenbeckyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora