Capítulo 4. Fiesta con problemas

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— Estaré en el coche esperándote, no tardes— chilló desde la puerta.

Furiosa le pegué un golpe a la pared.

— ¡Auch! Eres tonta Kelsey— me quejé por el dolor de la mano.

¿Por qué estaba enfadada? Simple.

La insoportable de mi madre se enteró — no sé como — de que una de las amiguitas de mi "hermanito" hacía una fiesta en su casa, junto a la piscina durante toda la tarde-noche. Y pues me obligó a ir con él, con el simple echo que me están repitiendo todos los días, hacer amigos. Odiaba cuando se ponían en ese plan, estaba harta y preparada para darles una linda y dulce venganza. Lo peor, que siempre hablo de vengarme pero nunca cumplo. Tranquilos, ya llegará el día para eso.

Abrí el armario y mi enfado aumentó. Esta mañana Helen fue de compras, arrástrandome con ella y me compró todo tipo de ropa. Mejor dejo el tema, porque entonces si que la mataría.

Saqué el primer bañador que había — ya que había bastantes —. Era rojo y blanco de rayas.

Me puse encima unos pantalones cómodos y una camisa de tirantes, lista. Una trenza de lado y las gafas de sol. Luego bajé sin ningunas ganas hacia abajo y me dirigí a la salida. Pero en vez de subir al coche, lo rodeé y me acerqué a la casa de enfrente, en donde vivía Susie.

— ¿Se puede saber dónde vas?— chilló desde dentro.

— Callate y espera.

Toqué el timbre y al segundo toque, me abrió la puerta la pequeña Wendy.

— ¡Kelsey! Hola— me saludó con un abrazo.

— Hola pequeña, ¿está tu hermana?— asintió.— ¿Podrías decir que baje?

La niña desapareció dejándome sola en la entrada, bueno, ya no.

— ¿Qué haces en esta casa?— a mi lado se encontraba el cretino, que al parecer había bajado del coche y había venido hacia mi.

— Si tengo que ir a esa estúpida fiesta, pienso invitar a una amiga.

— ¿Desde cuando tienes amigas sin habertelas presentado yo?— le pegué un golpe en el hombre.— Eso dolió.

— Te aguantas. Y ve hacia el coche, ahora venimos nosotras.

— Pero..— le interrumpí.

— ¡Al coche!

Dejó de rechistrar y se fue. Al segundo apareció Susie con pijama.

— Venga guapa, ponte un bañador y baja. Que nos vamos de fiesta— iba a decir algo, pero no la dejé.— Luego te explico.

A los quince minutos había bajado y nos encontrábamos dentro del coche del idiota. Lo único que se escuchaba era la música de la radio, ya que ninguno hablaba. Ni les presenté ni nada, porque se supone que se conocen al ser vecinos y vivir uno enfrente del otro. Eso no importaba. En tres minutos había parado frente una enorme masión, igual a la nuestra pero más grande. Dios mío.

Bajamos y le miré de mala gana.

— ¿Por qué me miras así?

— Podríamos haber venido andando, ¿no crees?— seguí.

— Aquí nadie viene andando, aunque viva al lado de la casa.

Dejé el tema y cogí de la mano a mi amiga arratrándola hacia el interior de la casa. La entrada estaba llena de coches y la música se escuchaba desde fuera.

Mala Suerte®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora