En la oficina más alta de la Torre de los Vees, Vox se encontraba en su cuarto de control, un espacio iluminado por el resplandor de múltiples pantallas que funcionaban simultáneamente. Rodeado por un laberinto de cables y tecnología de última generación, las pantallas mostraban diversas imágenes del último exterminio, cada una más violenta y caótica que la anterior.
Las escenas de destrucción y pelea se desplegaban en un frenético espectáculo, pero en la pantalla más grande se reproducía la que había sido la favorita de Vox: la brutal batalla entre Alastor y Adam. En esa imagen, el demonio de la radio estaba de rodillas en el suelo, con su micrófono roto y su expresión de dolor claramente visible, a pesar de su permanente sonrisa. La satisfacción de Vox era evidente mientras observaba cómo Adam golpeaba a Alastor sin piedad.
Una sonrisa torcida se dibujó en los labios del líder de los Vees, mientras una risa se ahogaba en su garganta. Sus ojos, brillando con un destello sádico, se fijaron en la pantalla, embelesado por la violencia gráfica que se desplegaba ante él.
―Esto sí que es cine― el eco de su risa resonó en la habitación, reverberando entre los aparatos electrónicos y las paredes de metal.
Mientras sus dedos tamborileaban sobre la consola de control, una nueva idea comenzó a formarse en su mente. Sus ojos se entrecerraron, llenos de un brillo siniestro mientras imaginaba el próximo gran evento que haría que todos hablasen los Vees. Vox sabía que, para mantener su posición y su reputación, necesitaba algo más que simples escenas de carnicería. Necesitaba innovación, una visión única que pudiera superar cualquier cosa. Ahora que Alastor estaba fuera, era una oportunidad de oro para poder volver a estar al mando.
La habitación seguía vibrando con las imágenes de destrucción y dolor, pero en la mente de Vox, los engranajes estaban girando, maquinando el siguiente movimiento que sacudiría los cimientos del Infierno.
La puerta de la oficina de Vox se abrió de golpe con un estrépito que resonó en la habitación, interrumpiendo bruscamente su concentración. Velvette se plantó en el umbral con una actitud desafiante.
―¡Vox! ― su rostro mostraba una mezcla de impaciencia y desdén―. El acuario nuevo ha abierto, y voy a recoger esos estúpidos tiburones que pediste. Pero antes, quería saber si necesitas algo más o...
Su frase se quedó suspendida en el aire cuando sus ojos se posaron en las pantallas que dominaban el cuarto. Las imágenes que parpadeaban frenéticamente en las múltiples pantallas de control capturaron su atención de inmediato. La imagen del demonio de la radio, arrodillado y con el micrófono roto, se presentaba en un bucle interminable.
Velvette, al ver esto, frunció el ceño y dejó escapar un suspiro exasperado. Su mirada se volvió hacia Vox con una mezcla de menosprecio y cansancio, mientras las palabras salían de sus labios con una sinceridad desgastada:
―¡Por favor! ¿Es una maldita broma? Llevas el último mes viendo en bucle toda esta mierda. ¿No tienes nada mejor que hacer?
Vox, sorprendido por la interrupción y el tono mordaz de Velvette, carraspeó para recuperar su compostura. La expresión de sorpresa en su rostro pronto se transformó en una mezcla de desdén y defensiva actitud. Con una voz que intentaba mantener la calma, respondió:
―Es con fines estratégicos, evidentemente. Necesito analizar cada detalle para mejorar nuestras operaciones. No es solo por diversión, Velvette. Aunque debes admitir― giró para ver al monitor principal de nuevo, incapaz de reprimir una sonrisa― que es jodidamente divertido.
La morena levantó una ceja con escepticismo; su mirada dura no dejaba lugar a dudas de que no estaba convencida. Sacudió la cabeza con una mezcla de incredulidad y frustración, claramente desalentada por la actitud de quien era su jefe.
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FanfictionColección de historias entrelazadas que profundizan en la evolución de la relación entre Angel Dust y Husk, mientras ambos personajes enfrentan sus propios traumas y luchas internas. A lo largo de la historia, una serie de eventos les hace darse cue...