El Salón Relámpago

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Cap. 28

Un aura asfixiante era aquella que aún reinaba en la oficina del de mirar cobrizo y expresión taciturna. Veíanse con recelo, bajo el desdén de los Andes moribundos de dos enemigos cuyo objetivo se veía ofuscado bajo las ansias del contrario, padre e hijo. Sin embargo, Atahualpa ya había tomado su decisión, no era algo que el gran Imperio Inca pudiera detener por más que fuese una vil ofensa, un pecado que ni el mismo Inti amnistiaría. Su mirar ardiente delataba lo iracundo de aquel vetusto presidente, el cual apretaba los puños con un mirar directo en las fauces de su vástago. Ira, remordimiento, traición... lo quemaba en sus entrañas de una manera tan profunda que fue insondable el dolor de escuchar esos vocablos saliendo de su propio hijo, quien solo lo observaba de forma fría, tajante, pues sabía qué significaban aquellos orbes absortos en decisión: No daría su brazo a torcer.

No obstante, una fuerza mayor interrumpiría el coliseo donde ambos orbes chocaban a muerte, las puertas se abrieron intempestivamente produciendo un sonido alertador para los adultos, revelando el rostro preocupado y sudoroso de un tercer maduro interrumpiendo en escena.

- ¿Está todo bien, Atahualpa? Escuché muchos ruidos y los del club de ajedrez se están quejando... - exclamó el profesor Huáscar entrando sin cuidado o permiso alguno, interrumpiendo la eterna afasia producida por ambos adultos. El profesor observó al mayor allí presente, cuyos orbes se encontraban absortos en ira y en el rostro del director, Huáscar ensanchó los suyos propios, frotándolos incluso un par de veces - ¿P-Padre? - tartamudeó desconcertado

Vergüenza, deshonra, capricho o mera obsesión, el pecado ya había sido cometido, y ni él ni nadie tenía el poder para revertirlo. Suspiró inundado en vil deseo de golpear a su propio descendiente de frustración, rencor, ira.... Finalmente, retrocedió en sus pasos ignorando por completo la presencia de su hijo menor frente a él, estampando en el pupitre unos planos azules con una fuerza descomunal. Suspiró y avanzó, Atahualpa quedó quieto sin atreverse a dejarse intimidar por los designios de su padre. Huáscar, por el contrario, retrocedió asustado.

-Haz lo que quieras - dijo, sin siquiera poder mirar a los ojos al sujeto que alguna vez se hizo llamar hermano del Tahuantinsuyo y portador de la sangre Inca - Pero tú ya no eres mi hijo.

Sin más que argumentar, salió de la oficina no sin antes dedicarle una mirada intimidante al adulto en la puerta, quien se encogió asustado observando a su propio padre retirarse del instituto. Atahualpa lo miró con pesadumbre, pero no podía hacer nada, su destino ya estaba escrito.

-...Nunca lo había visto tan molesto - dijo Huáscar entrando a la oficina, limpiándose el sudor de su frente con un pañuelo blanco el cual guardaría nuevamente en el bolsillo interno de su humilde saco - ¿Qué pasó, Atahualpa?

- Se enteró del club... - volteó con remordimiento mirando su hermano, estampó los puños en su propio escritorio con su mirar perdido en el gran ventanal que daba directamente al campo de la rivera, apretó sus dientes, frustrado - Pero pasaría tarde o temprano, ¿no?

- Sí... supongo - desvió su mirar afligido del mayor, divisando esta vez el pergamino azul que el anciano había dejado antes de su retirada encima del escritorio del director - ¿Qué es eso? - insistió

Una mueca de fastidio adornaba ahora el rostro del hermano mayor, quien sostuvo aquel en sus ásperas y culposas manos para caminar lentamente donde se encontraba su hermano, este lo observó preocupado mientras desenrollaba el susodicho papel, revelando unos planos casi o tan antiguos como ellos de un salón subterráneo de antaño ubicado bajo los cimientos de la secundaria Inti, una construcción enorme, que abarcaba desde el campo de la rivera hasta la sala de maestros la cual se encontraba casi al final de la secundaria, y junto a él, más planos de menor tamaño que revelaban máquinas de todo tipo y su respectiva ubicación dentro del monumental santuario. Un título encima de estos fue lo primero que llamó la atención del profesor presente, uno que fue obsoleto para vaticinar el nombre de este.

Alma para conquistarte // UsperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora