Amortentia

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NARRA JAZMINE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Caminaba por los pasillos, era temprano y yo por suerte no tenía clases, pero estaba despierta para entregar el trabajo de Snape, se me olvidaría seguramente así que, es mejor entregarlo ahora. 

Llegó al salón de Snape, el fuerte olor al perfume de Adrián llegó a mis fosas nasales, arrugó un poco la nariz y tocó la puerta. 

—Adelante. —Se escucha desde dentro y yo paso.

—Buen día profesor. —Le muestro los pergaminos. —Le traje el ensayo que nos pidió ayer. 

—Déjelo en el escritorio. —Me dijo y yo asentí levemente y la clase continuó.

—¿Alguien me puede decir el nombre de esta poción? —preguntó Snape.

—Es amortentia, señor. —Escucho a Adrian decir. 

Yo me había quedado a escuchar, Snape lo notó y me miró. —¿No tiene clases señorita Potter?

Yo negué con la cabeza. —¿Puedo quedarme? La clase es interesante. —Sonrei inocentemente y él se encogió de hombros.

—Si usted lo desea no hay problema. —Sonrió. —Tome asiento al lado de Pucey. —dijo y asentí levemente y me senté al lado de Adrián.

—¿Te parece divertido esto? —murmuro mientras me miraba. 

Yo me encogí de hombros. —No tengo otra cosa que hacer. —Arrugó nuevamente la nariz. —Debes de bañarte cuando asistes a clases, no ponerte todo el frasco de perfume, Dri-Dri. —Murmuró. 

Él sonrió mirándome. 

Snape nos miró. —¿Qué es y para qué sirve la amortentia señor Pucey?  —dijo mirando a Adrián. 

—Es un filtro de amor muy poderoso, si una persona lo toma puede obsesionarse de la persona quien se la dió. —Respondió Adrián. 

—¿Cuál es su olor? —Volvió a preguntar Snape mirando a Adrián. 

 —El olor es diferente en cada persona.

—¿Por qué? 

Él sonrió y pude notar que me miraba de reojo. —Porque la amortentia huele a lo que le atrae a las personas, ya sea objetos o personas. 

Oh demonios…

—¿A qué huele tu amortentia? —Preguntó Snape.

Él sonrió. —Huele a perfume de flores, fresas, chocolate y libros antiguos. —Dijo volteando a verme. 

Snape me miró. —¿Y tú amortentia a que huele Potter? 

Con nervios acerco mi cara al pequeño caldero que estaba enfrente mío. —Huele a palo de escoba, perfume de cítricos con unas notas de madera… —Vuelvo a olfatear. —Menta y pastel de moras. —Digo sintiendo todas las miradas sobre mi, Adrián sonreía burlonamente mientras me miraba. 

La clase continuó, yo sentía mis mejillas arder mientras Adrián me volteaba a ver con una sonrisa cada vez que el profesor se distraía. 

Al terminar la clase me apresuré a salir del salón, no estaba preparada para la conversación que vendría. 

Aunque era inevitable. 

Sentí como jalaban de mi muñeca y me llevaban a un salón vacío. 

—Así que… el salón apestaba a mi perfume ¿No?— dijo Adrián mientras caminaba hacia mí, retrocedo hasta que mi espalda topa contra la pared. 

Destino *Adrián Pucey* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora