La única

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  Mi esposa ha estado enojada conmigo durante días. Me ha visto cenando con otra mujer, pero lo que ella no entiende es que era una reunión de trabajo, todos se fueron y solo quedamos nosotros.
  Hoy llegué otra vez tarde del trabajo por hacer horas extra, pero ya no me cree.
  Estaba durmiendo, me metí a la cama junto con ella y la abrace.
—Sueltame—susurro, cada letra me causó un tirón en el pecho.
—Amor...—le suplique.
  Llevo su mano a mi brazo y lo mando a volar.
—¿Cuánto más estarás así?—reclamé—¿No entiendes que te extraño?
—Eres un maldito infiel.
—Te juro por mi vida y por la de nuestro hijo que no te engañe.
—¡No jures en su nombre!
  Es verdad, no debí hacerlo, tan solo tenía un año.
—No grites amor—susurre—o vas a despertar al bebé.
  Ella se calmo y se volvió a recostar en el colchón.
  La volví a abrazar tímidamente y ella no se quejo.
  Nos quedamos así un rato hasta que note que no estaba dormida y aproveché, acerque mis labios a su oreja y le susurré;
—Eres hermosa, jamás estaría con alguien que no sea mi preciosa esposa.—admiti—Eres la única. Te amo.
  Ella suspiro.
Baje una de mis manos y acaricie su cintura, su vientre.
  Ella seguía dándome la espalda, tire de ella pegandola a mi pecho.
  Mi mano traviesa se colo debajo de su vestido para dormir, y ella abrió un poco las piernas dándome acceso.
  Sonrrei en su cuello mientras comenzaba a besarlo lentamente.
  Mi mano encontró sus braguitas que ya estaban empapadas y comensaron a hacer círculos sobre ella.
  Ella inclino la cabeza hacia atrás con un suspiro.
  Hize la tela a un lado y toqué su clítoris desnudo. Tracé círculos alrededor de el. Ella gimio, bajo, como si no quisiera que la escúchara.
Así que empece a masajear más rápido hasta que se le escapó un chillido desesperado, solo así baje el ritmo, tenía que saber que conmigo no se podía resistir.
  Chupe la piel sedosa de su garganta.
  Estaba empapada así que resbale un dedo dentro de ella y lo moví, su cuerpo dió una sacudida.
  Entré y saque el dedo de su coño resbaladizo, mi polla se le clavaba en la curva del culo.
  Entré otro dedo más y mi pulgar salto hacia su clítoris hinchado y ansioso.
  Ella se arqueo contra mi.
No pudo resistirse y se giro para besarme, correspondi quitándole el aliento mientras movía mis dedos más rápido.
  Gimio en mi boca y el grito de su orgasmo fue ahogado por mi boca. Convulsiono en mi mano llenandola de sus jugos.
  Me separé de su boca y hize que me mirara justo cuando me lleve la mano que había estado entre sus piernas a la boca, saboreando su exquisito sabor y chupándome los dedos.
—Los únicos fluidos que estoy dispuesto a beber por el resto de mi vida.
  Estampe mi boca con la suya y me puse sobre ella. Me desabroche el pantalón y me lo baje junto con el boxer dejando ver mi tamaño.
  Se puso en cuatro patas y tomo entre sus manos mi virilidad, chupo el glande con audasia y movió sus manos en un vaiven por mi tronco.
  Se la metió a la boca, aunque no le entraba entera.
  Hizo un brutal vaivén con toda su boca mientras gemia.
  Llevo una mano a su clítoris y empezó a masturbarse.
  La tome del pelo y me undi en su garganta.
  La separé, la di vuelta y la embesti por detrás, su grito quedó amortiguado por la almohada.
  Empece a bombearla desde atrás y sus gemidos eran música.
  Empece a ir más rápido, mas fuerte, ya estaba a punto y ella también, lleve una mano a su clítoris y lo estimule mientras le daba más fuerte que antes.
—Oh ¡oh!
  Se corrió alrededor de mi miembro, pero todavía no la dejaría en paz.
  Yo todavía no me había corrido así que la di vuelta, puse un almohadón debajo de su cintura para llegar mejor a ella y la volví a embestir. Creí que se quejaria, pero más bien parecía necesitada con los ojos llorosos el cabello despeinado y la boca abierta.
  La tome por la cintura y comencé a cogerla rápido.
  Ella chillo desesperada ante tal acto de dureza, pero hace días que no cogemos, necesitaba todo de ella.
  Le subí el vestido hasta el cuello sin dejar de cogerla y un azote mío fue directo a sus tetas. Gimio.
  Me incline y le chupe un pezón con furia, ella echo la cabeza hacia atrás mientras gritaba de placer.
  No podía más, frote su clítoris y se corrió otra vez, después de bombearla unos segundos más yo también me corri dentro de ella.
  Le dí un beso y me acosté a su lado.
—Te perdono, ahora duérmete.
  Me puse feliz aunque solo lo demostré con un sonrisa.
  La bese y la tape con las mantas antes de dormirnos.

...

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