miedo

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   ...

  El día estaba comenzando a ponerse oscuro.
  Yacía en mi cama, esperando lo inesperado, o más bien a mi esposo.
 
Estaba leyendo un libro de los interminables tomos de Harry Potter, aunque mi mente estaba ocupada en otra cosa, o más bien alguien, Carden.

  Con sus músculos bien definidos, su cabello azabache y los ojos grises... Era suficiente para ponerme a temblar en más de una forma.

  Lastima que el se negaba a tocarme, solo era un trofeo de su venganza.

  Pero hoy había gastado su tarjeta, aproximadamente un millón de dólares.
  Creo que estaba un poco cabreado.
  El dinero no importaba, ¿pero que lo desobedeciera? Eso sin duda sí.
  Cuando menos lo esperaba el ruido de la puerta abriéndose y cerrándose de pronto me hizo dar un respingo sobre mi cama.
—Hola...—hable como pude.
—Si. Hola.
Su tono grueso y demandante me hizo temblar, era un petalo tembloroso y pequeño a su lado.
—Escucha...yo...
—Tengo que admitir, que me da curiosidad escuchar sus excusas.—me corto—pero ahora no.
   Me puse de pie lentamente como si el fuera un depredador y tuviera que intentar que no me atácara.
  Intenté dejar la habitación sofocada por el miedo.
—¿A dónde vas?
—A-a ningún lado...
—Parece que estás intentando salir de la habitación.
  Negué con la cabeza.
Y cuando ví que tenía la puerta a un suspiro de distancia. Hize algo muy estúpido, correr.
  No pude dar ni dos pasos, cuando me tomo por la cintura y me arrojo sobre la cama con violencia.
   Chillé ante el dolor de su agarre.
  Retrocedí hasta que mi espalda choco con la cabecera de la cama.
—chiquita, chiquita—suspiró—¿que no sabes que no hay lugar en el mundo, donde te puedas esconder de mi?
   Mi pecho subía y bajaba rápidamente.
  Solté un grito ahogado cuando me tomo por los tobillos, me arrastro por toda la cama hasta el borde y engancho mis piernas en su cintura.
   Temblaba como una hoja debajo de el.
—¿Tienes miedo?—encontro el dobladillo de mi pijama y adentro toda su mano en el, acariciando mi abdomen a medida que arrastraba la tela de mi pijama con su toque.—¿Me tienes miedo?
   Negué con la cabeza.
Si tenía miedo, y mucho.
  Su mano subió hasta el borde de mis pechos, llenos y lechosos, pero sin tocarlos.
  Mi respiración se volvió aún más rápida e irregular.
—Algo me dice...—rozo uno de mis pezones por encima del pijama—lo contrario.
Temblaba por motivos distintos.
—N-no...
  Se inclino y lamió detrás de mi oreja.
  Se enderezó y me dejó tirada en la cama.
  Lo siguiente que hizo fue apagar la luz y tomar la silla de mi escritorio y ponerla en el medio de la habitación.
  Me senté en el borde de la cama y lo observe.
  Los primeros botones de su camisa sueltos, su cabello desordenado, y sus ojos grises eran lo único que resaltaba en tanta oscuridad que apenas podía verlo.
—Quitate la ropa.
Ordeno, duro y autoritario.
—Pero...
—Quitate-la-ropa.
  Había tanta oscuridad que apenas podía distinguirlo.
  Obedecí.
  Hize resbalando aún sentada en la cama el vestido de seda, libere mis pechos blancos, lechosos y deseosos de su  atención. Luego mis pantalones cortos, que más bien parecían unas bragas de lo cortas que eran.
  Solo quedé en bragas.
—Toda, la ropa.
  Le lanze una mirada asesina.
  Negué con la cabeza.
Casi se me sale el corazón del pecho cuando se puso de pie.
—¿No?—pregunto.
  Volví a negar.
En dos zancadas ya estaba en frente mío.
  Me tomo por la barbilla y me obligo a mirarlo.
—Ultima oportunidad, chiquita.
  Acercó su rostro hasta estar a un suspiro del mío.
—quítate esas lindas braguitas para mí. O tendré que arrancarlas yo mismo.
   Gemi cuando me pellizco un pezón con la mano libre, pero no me moví.
  Al ver que no reaccionaria a el, acercó sus labios hasta rozar mi oreja, y me susurro.
—Mala eleccion.
  Me dió un azote muy fuerte en una teta que me hizo chillar.
  Me tomo por las caderas y me hizo girar hasta quedar boca abajo sobre la cama.
  Junto mis muñecas y las mantuvo detrás de mi espalda.
—No estés nerviosa, chiquita.
Me acaricio una nalga y jugo con el borde de mis bragas.
  El corazón me latía fuerte.
—No te voy a castigar, porque la verdad, tengo ganas de cogerte, no de azotarte.
  El ruido de su voz y mi respiración pesada era lo único audible en la habitación.
—¿Que dices?—me apretó más.
No respondi.
—Eres muy callada cuando te combiene.—me acaricio el clítoris por encima de las bragas—veamos cuanto te dura.
  Me giro en un movimiento rápido y pego su boca a mi coño por encima de las bragas.
  Gemi.
   Siguió comiéndome el coño por encima de la tela, necesitaba más contacto, necesitaba su lengua dentro de mi y lamiendo me.
—Carden...quítame las bragas...
  Soltó una pequeñísima carcajada sobre mi coño que hizo un efecto de vibración precioso.
—¿Ahora sí quieres quitarlas?
Asentí.
—Entonces quítate las tu.
  Se aparto un poco y no perdí el tiempo en ponerme de rodillas y quitarme las bragas lo más rápido posible.
  Cuando la tela desaparece, de inmediato le ofrecí mi coño otra vez, y el lo tomo con gusto, como siempre.
  Chillé cuando se centro solo en mi clítoris mientras me metía un dedo dentro.
  Luego otro dedo que hizo que saliera de mi un gemido estrangulado.
  Me arqueé contra el.
Solté un gemido de reproche cuando se aparto justo cuando estaba a punto de llegar al orgasmo.
  Menos mal que sentí a su miembro en mi entrada rápidamente.
  Y entro al menos la mitad de su virilidad dentro mío de una sola estocada.
  Grite.
Me sorprendió que besara suavemente y con toda delicadeza mi mejilla y nariz.
Chillé cuando entró por completo, sentí que iba a explotar.
  Entonces se quedó quieto unos segundos antes de empezar a asaltarme.
  Sus movimientos son cada vez más rápidos y fuertes.
  Su pelvis chocaba con mi clítoris cada vez que me embestía.
—Oh, oh.—gemi.
  Hundió sus dientes en mi garganta.
  Me dió un azote en las tetas antes de girarme y penetrarme por atrás.
  Mientras me cogia me acariciaba y pellizcaba los pezones y el abdomen.
  Sentía que estaba cerca, mi primer orgasmo de la noche.
—Carden, por favor, Oh.—supliqué—por favor, por favor...
Lamió mi espalda si dejar de cogerme, aunque bajo el ritmo para torturarme y hacerme súplicar...aunque eso me gustaba.
—¿Por favor, que?
  Bajo el ritmo a uno agonizante.
—No, no, no,...—imploré—no pares...
  Trate de moverme buscando la fricción que necesitaba, aunque fue en vano.
—¿me harás caso en todo lo que te diga, chiquita?
   Asentí rápidamente.
—Asi me gusta, ahora deja que tengas uno de los mejores orgasmos que te daré.
  Me tomo el cabello en una coleta y tiro hacia atrás.
  Me cogió como nunca lo había hecho antes. Y su mano libre, voló hacia mi clítoris palpitante.
  Grite cuando sentí el climax a un respiro.
  Más rápido mas rápido.
Y por fin.
  Con un grito ahogado me corri sobre su enorme miembro.
  A los segundos sentí su liquido caliente por todo mi coño.
—¿Todavía puedes más?
  No recordaba ni mi nombre.
Asentí como pude.
—dame unos minutos—imploré.
  cuando sentí su lengua en mi coño chupándome, supe que no me daría ni diez segundos.

...

Bueno, bueno.

  Espero que les guste y no se olviden de votar.

Gracias!

Besos, lisa.

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