juramento

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—¿Es ella?—dije mirando a la niña entre los brazos de aquella señora mayor.
  Ella asintió.
—Bien—suspire—¿Camina?
—se tambalea, pero si.
  Tome a la niña y la puse en el suelo incitándola a caminar.
—Señor, por favor...cuidala mucho.
Volví a ingresar a mi oficina dejando a aquella niña con las sirvientas.
 
  Mi mejor amigo murió durante una emboscada, tenía una hija de unos siete años, Alison, no era suya biologícamente pero la consideraba de su propia sangre.
  Sus últimas palabras fueron con el entre mis brazos. Me suplico que cuidara de su hija, con mi vida. Se lo juré. No tengo hijos ni los tendré, pero ella era un excepción.

...

Ocho años después.

—¿Hoy es su cumpleaños?—pregunté.
—Si señor, el número quince—suspiro—Y ella desea que usted asista.
  Alison vivió conmigo desde entonces, pero en estos ocho años solo la había visto unas cuantas veces. La mansión era muy grande, así que no nos topamos nunca. Jamás fui a alguno de sus cumpleaños, aunque todos fueran dentro de mi casa.
—Los quince son algo especial para una señorita.—me comento.
  Suspiré.
—Bien,—acepte—¿cuando es?
—Hoy a las ocho.
—Pasare unos minutos y después me iré.

La fiesta estaba en uno de los jardines de mi casa, llegué tarde, así que ya estaban todos.
—¿Donde está?
Pregunté refiriéndome a Alison, quería irme lo más antes posible.
—¡Zayden!—ví a unos metros una melena rubia, y una chica con un vestido lila precioso acercándose rápidamente a mi. ¿Era ella? ¿Tanto había crecido?—Estas aquí—dijo en cuanto estuvo justo en frente de mi—No pensé que vendrías.
Me aclare la garganta, sus ojos azules habían perforado los míos.
—Feliz cumpleaños—Le hize una seña a un mayordomo—me dijeron que tocas el arpa.
  Entre dos mayordomos cargaron un arpa de oro puro hasta en frente de Alison, la cual lo miraba con los ojos muy abiertos.
  El arpa era de oro y tenía rubíes al rededor, al igual que algunas gemas y diamantes.
  Era precioso.
—Feliz cumpleaños Alison.
  Casi se me para el corazón cuando se abalanzó sobre mi y me dió un abrazo en frente de todos. Me quedé congelado.
  Mire a Bob, mi asistente. El asintió, como incitando me.
  Le rodeé la cintura con los brazos y la abrace por primera vez.
 

...

Tres años después.

Hoy era el cumpleaños de Alison, el número diesiocho.
  En estos últimos años la veía con más frecuencia, en las fiestas y en sus cumpleaños.
  Ya no era un niña, era casi una mujer.

...

Dos años después.

Cumpleaños número veinte.

Alison ya era una mujer.

  Sabía que estaba mal, por todos los dioses estaba terrible.
  Con el largo paso de los años, empeze a ver a Alison con unos ojos no deseados.
  Se había convertido en una mujer, era preciosa, con su cabello rubio y largo, sus ojos color del cielo celeste, su esbelta figura, su rostro que parecía de un pequeño ángel.
  Trate y trate de sacarme a Alison de la cabeza, pero por más que intente no pude.

   Está vez, decidí elegir un regalo yo mismo. Era un collar, con diamantes celestes, como sus grandes ojos.
  Tenía grabada en oro el nombre de mi mejor amigo, su padre.

  Matteo

Seguro que ella no recordaba mucho de el, pero el la amaba.

  Estaba en un rincón de la fiesta y miraba todo desde lejos, la miraba hablando y saludando a sus amigos, del instituto, de algunos cursos etc.

Por fin terminó la fiesta, y quería darle el collar a Alison.
—Gracias por venir.
  Cada vez que asistía a alguno de sus cumpleaños ella siempre me agradecía, sabía que era un hombre ocupado.
—Tengo un regalo para ti—le comenté evadiendo su gratitud.
—¿Que es?
—Es una sorpresa.
  Había dejado la cajita con el collar en mi habitación.

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