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ALASTOR-

Luego de la reunión con Lilith logré hacerla enfadar, después de todo nuestros planes los acabé ahí mismo y para nada le gustó la idea de que su mejor peón se haya ido al lado de la persona que quería destruir. No era un secreto el gran odio que Lilith tenía hacía Crista, la veía como alguien inútil llena de poder oculto, el cual yo sabía perfectamente que tenía dentro de ella, gracias a Lilith fué que dí en el hotel para vigilar de cerca a Crista, fingiendo que no sabía nada de ella, pero era tan ilógico no hacerlo si a la lejanía se sentía su impotente presente, personas de afuera ya sospechaban que algo estaba oculto aquí, ya el secreto se había revelado y justo ahora estabamos Crista y yo soportando al noticiero con respuestas debido a su "desaparición", pensé que Crista no estaba dispuesta a responder, pero estaba llena de determinación.

En todo este tiempo cerca de ella nunca la vi tan decidida a algo y eso me hacía sentir orgulloso de algún modo.

-¿Te sientes bien? - le murmuré a Crista en su oído, observando con algo de desconfianza a los que estaban a nuestros alrededores, pero más a las dos cámaras que se mantenían a las alturas. Obra del inútil de Vox y su estúpida tecnología.

-Lo estoy... - sonríe mirándome-. Puedo notar que estás tenso, déjame resolver esto y nos vamos.

Vuelve a mirar al frente mientras su ceño se fruncía poco a poco. Vaya que nunca la había visto así y por alguna razón eso me encantaba.

-Su majestad, ¿es cierto que se mantuvo oculta porque nuestro Emperador se volvió a casar y temía a ser humildad? - preguntó un demonio de estatura media acercando su micrófono a Crista, quién tragó saliva y luego sonrió.

-Por supuesto que no, me sentía agobiada eso es todo. No sientes paz si a cada lugar que vas te vigilan, ¿o sí? - nadie respondió. Perfecto.

Algunos demonios empezaron a murmurar entre si hasta que una mujer se acercó a Crista con su micrófono, se veía dudosa.

-¿Es cierto que cederá su corona a Lilith? - todos se quedaron en silencio, esperando la respuesta de Crista.

-No, no hay razón para ceder mi corona a alguien que no conozco y poner en riesgo en destino de todos ustedes, como su reina siempre estará como prioridad velar por su bienestar, así que no pondré en peligro toda su integridad a una desconocida. - sonríe. No pude evitar soltar una risilla ante su respuesta, había sido muy directa.

¿Dónde quedaba la Crista que conocía?

-Entonces... ¿Usted no conoce a Lilith, la amante del veterano? - Ouch, hasta a mí me hubiera dolido eso.

-No conozco mucho de cantantes, prefiero la literatura que escuchar voces molestas. - dijo sonriendo amablemente-. Si es todo, me retiro, tengo cosas que hacer...

-¿Qué pasaría si usted llegase a morir, la corona pasaría a ser de la nueva esposa de Lucifer, o de la princesa Charlotte? - se acercó un demonio con una pequeña sonrisa en sus labios. Eso no era para nada bueno.

Crista ya había retrocedido hasta quedar justo a mi lado, pero cuando ese tipo se acercó a nosotros me miró confundida y se volvió a acercar.

Apenas Crista iba a responder el tipo le lanzó un líquido verde llamativo, pero ella se cubrió con un campo de fuerza antes que llegase a hacerle daño. El líquido cayó al suelo y en este se creó un hueco lo cual daba a entender que era ácido lo que había tirado hacía Crista.

-¡Por supuesto que Lilith sería mejor reina que una débil como lo eres tú, Crista, llorar solo cuando todo sale mal porque no sabes hacer nada bien! ¡Necesitamos de una reina a la cual no le dé miedo mancharse las manos, no a una pordiose... Agh... -antes que llegase a terminar ya había clavado varios tentáculos en su estómago y cabeza, causando su muerte imediata y el temor de todos los presentes. Salieron corriendo como cobardes.

Tiré el cuerpo inerte lejos y miré a Crista, quien tenía algunas gotas de sangre salpicadas en su rostro, me miró con algo de pesar y limpió su rostro. Por suerte Charlie y Vaggie no habían salido del hotel para hacer todo un drama respecto al asesinato que había cometido frente a Crista, pero no se veía molesta por ello.

-Lo siento... - murmuré acercándome a ella.

-No pasa nada, estoy bien, omitiendo la parte en la cual casi me queman con ácido. Genial - empezó a caminar, dejándome atrás.

Solté un suspiro agobiado y la seguí.

Esto no sería nada fácil, más si el estúpido de Vox nos estaba observando, por lo que antes de abandonar por completo los terrenos del hotel con mis tentáculos logré destruir las cámaras que estaban ahí vigilandonos, o más bien vigilandome, aunque conmigo eso no funcionaba, la tecnología ni iba conmigo y el ser grabado con cámaras, teléfonos y esos tontos artefactos era imposible, así que me valía los intentos fallidos de dar conmigo por parte de los Vees. Esos tres ni saben lo que quieren.

[•••]

CRISTA-

Hace un par de minutos habíamos llegado a la central Alastor y yo, a decir verdad este lugar tan silencioso causaba algo de miedo, pero lo ignore debido a que prácticamente estabamos en la casa de Dios y a Alastor eso no le agradaba para nada.

-Eh... ¿Hola...? - solté mirando hacía todos lados, no había nada.

Solté un suspiro cansado y luego sentí la mano de Alastor posarse en mi hombro. Lo miré.

-¿No crees que de seguro y estén ocupados planeando algo para mañana? Ya sabes... Es navidad. - soltó sin más, causando que me carcajeara.

-Los ángeles no celebran nada de esas cosas, Al... Se que debe de haber al... ¡AH! - solté un grito cuando un pergamino se hizo presente junto a una pluma. No pude percatarme de eso-. Por Dios... Que susto.

Tomé el pergamino y ví los nombres que se encontraban en el, por una extraña razón el mío estaba en él, lo taché y me dirigí a un ascensor, Alastor decidió quedarse en este pido vigilando a que algo malo no sucediera por acá. Subí al ascensor algo nerviosa y cuando este se detuvo en el piso de arriba salí de él y caminé por el pasillo hasta la puerta del final, toqué dos veces y esta se abrió lentamente, dejando a la vista lo que parecía una sala de reuniones, había un ángel con aspecto extraño y de ahí la silla de la otra punta volteada, por lo que el ángel de apariencia extraña carraspeó la garganta y la silla se movió, dejando a la vista a un tipo extraño.

¿Qué había pasado en el paraíso con el pasar de los años? Esto se veía de locura.

-Si, y bien... ¿Quién demonios eres tú? - pregunta el ángel con túnica mirándome con algo de aburrimiento.

Para ser una máscara se veía genial el hecho que podía replicar sus expresiones reales.

Suspiré y sonreí para luego responder.

-Crista... Crista Morningstar, un gusto... - me presenté. Los dos presentes se miraron entre sí y luego me miraron a mí, frunciendo el ceño.

-Con que tú eres la personita de la cual Azrael nos habló. Ah... Él está en la oficina de al lado, Krysthel... - se burló y luego hizo un ademán con la mano para que me fuera. Que grosero.

Salí de ese lugar y noté que la puerta al lado estaba entreabierta, por lo que suponía que era esta la sala de la cual el desconocido ángel hablaba. Suspiré y antes que llegase a tocarla para dar a saber que estaba presente esta se abrió de golpe, dejando a la vista a Azrael, quién estaba de brazos cruzados del otro lado del escritorio.

-Bienvenida... Krysthel...


Fin del capítulo

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Gracias por leer hasta acá, nos vemos en el próximo capítulo
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~Smailer-Shimura

𝑊𝑟𝑖𝑡𝑡𝑒𝑟: 𝑆𝑘𝑎𝑟𝑙𝑒𝑛𝑡ℎ

ETERNOS | 𝑨𝒍𝒂𝒔𝒕𝒐𝒓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora