Mujer

255 26 1
                                    

La tarde era cálida y apacible, un respiro de calma en medio del ajetreo cotidiano. La tranquilidad se extendía por el lugar, brindando un merecido descanso a las mujeres que residían allí.

El rubio mantenía una conversación relajada con Mary, la kamuro favorita de la tayu. La niña de cabellos claros estaba radiante al mostrar su nueva adquisición: un Ōgi bira kanzashi (扇びら簪). Su rostro brillaba con orgullo y una sonrisa que parecía iluminar todo el lugar.

En cambio en la sala, el ambiente era tenso.

-Espera, ¿eso no será una casa de placer? -preguntó Jiraiya, frunciendo el ceño y abriendo los ojos con sorpresa.

-Lo es -respondió el ente con una voz cansada, que resonó en la sala como un eco sombrío.

-Naruto no debería estar ahí -dijo Kushina, preocupada, sus manos temblaban ligeramente

-Es cierto -asintió Jiraiya-. Yo debería estar ahí -añadió con dolor, sus ojos reflejando la envidia, Varios de los presentes le dirigieron miradas de desaprobación.

Mary no dejaba de expresar su felicidad por su nuevo adorno. Sus ojos resplandecían con la emoción de una niña que acaba de recibir el mejor regalo del mundo.

-Lo cuidaré hasta que me convierta en tayu -dijo con una sonrisa, abrazando el adorno y con las mejillas enrojecidas por la alegría.

-¿Es tan especial?- preguntó Naruto, inclinando ligeramente la cabeza mientras mantenía su sonrisa. Sus ojos azules brillaban con curiosidad.

-Por supuesto, es muy difícil de conseguir -explicó la niña, moviendo la cabeza arriba y abajo con entusiasmo y jactándose de sus privilegios. Su voz era un canto de felicidad que resonaba en toda la sala.

-¿Y cómo lo conseguiste entonces? -preguntó, entrecerrando los ojos mientras intentaba comprender.

-Un cliente de la maestra se lo obsequió, pero ella no lo quiso, así que decidió regalármelo -respondió la niña, sonriendo ampliamente. Su expresión irradiaba una alegría pura y sincera. El rubio soltó un suave "oh" y se rió ante la expresión emocionada de la niña, sintiendo una calidez en su corazón.

-Mmm, parecen muy felices ustedes dos -dijo una voz que emergió de la nada, capturando la atención de ambos. La mujer de la que hablaban se acercó sin haber sido notada.

El silencio envolvió la sala mientras la mujer era mostrada en la gran pantalla. Tenía el cabello negro como la noche más oscura, ojos color esmeralda que brillaban como joyas preciosas, y una piel blanca como la nieve, suave e impecable. Su apariencia era etérea, como una figura salida de un sueño. Vestía un kimono de seda color vino con intrincados bordados de flores, que se movían con delicadeza con cada paso que daba. La gracia y elegancia en su andar eran hipnóticas, cada movimiento suyo parecía una coreografía cuidadosamente ensayada. Su belleza dejaba a la mayoría de los presentes sin aliento, admirándola con asombro.

Se sentó entre ellos mientras los observaba con una expresión de sospecha. Sus ojos agudos observaban a ambos niños.

-¿Qué traman? -preguntó, apretando las mejillas de ambos con una sonrisa macabra.

-Nada, nada -respondieron ambos, negando repetidamente mientras sostenían la mano que les apretaba las mejillas-. Solo le mostraba tu obsequio -añadió la niña con un chillido.

La mujer, satisfecha después de molestarles un poco, los soltó.

-¿Mary dice que es muy importante este accesorio porque lo regalaste así de fácil? -murmuró, frotándose las mejillas y entrecerrando los ojos en una expresión pensativa.

Reaccionando a la Verdad (NARUTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora