Miedo

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La habitación estaba sumida en un silencio que parecía envolver cada rincón, roto únicamente por un murmullo contenido.
—Empezaré a creer que eres un acosador —susurró sin mirarlo.
De las sombras emergió un hombre enmascarado, cuya presencia parecía absorber la tenue luz que había en la estancia.
—Tobi —añadió el rubio, sin ocultar el desdén en su tono.

El aire se tornó pesado en la sala, y el ambiente quedó cargado de una tensión que sólo se hacía más palpable.
"Este tipo nunca trae nada bueno", pensaron todos al mismo tiempo, con el ceño fruncido.

Tobi, sin embargo, ignoró la hostilidad evidente. —Estás tardando demasiado en encontrar una manera de extraer al Kyubi de tu interior —comentó, caminando con paso tranquilo por la oscura habitación. Sus dedos largos se posaron sobre una pequeña maceta con una flor solitaria La levantó y la observó con una extraña mezcla de interés y desapego.

—Tiene sentido que me tome tiempo, considerando que quiero evitar morir en el proceso —replicó Naruto, con tono cargado de ironía. Se levantó y tomó la maceta de las manos del hombre, apartándola.

—Pain no tiene mucha paciencia, ¿sabes? —susurró Tobi, acercándose hasta invadir el espacio personal del rubio. Su presencia resultaba asfixiante, casi como si el aire se condensara a su alrededor—. Todos empezamos a creer que solo estás ganando tiempo. 

—El mismo está buscando cómo extraer a la bestia... —murmuró alguien, su voz impregnada de saña.  

—Al parecer, no es tan amigo del bijū como creíamos —añadió otro con amargura

Antes de que Naruto pudiera reaccionar, sintió la mano de Tobi sujetando su muñeca con fuerza. El dolor fue inmediato, pero no permitió que su expresión mostrara más que una leve mueca de molestia.

Con un movimiento rápido, Naruto se soltó y retrocedió unos pasos.  

—Crean lo que quieran —espetó, llevándose la mano a la muñeca adolorida y acariciándola para calmar la punzada—. Después de todo, si no fuera por mí, ninguno de ustedes habría llegado tan lejos.

Tsunade frunció el ceño, desconcertada.  

—¿A qué se refiere con eso? —preguntaron varios ninjas, susurros de confusión recorriendo la sala.  

Kushina permanecía en silencio, con el rostro endurecido por una mezcla de incredulidad y temor. “Naruto, ¿qué has hecho?” pensó con desesperación. No quería creerlo, no podía aceptar que su hijo hubiera traicionado a su aldea.  

Tobi inclinó la cabeza con un aire casi burlón, pero su tono grave se tornó de repente agudo, lleno de diversión.

—Solo bromeaba. No podemos permitirnos perder tu ayuda, ¿verdad? —dijo, rodeándole los hombros con un brazo mientras soltaba una carcajada que resonó por la sala.

Naruto apartó el brazo con brusquedad y resopló con frustración mientras caminaba hacia el interruptor de la luz.

Cuando las luces se encendieron bañaron la habitación con un resplandor que permitió observar con claridad el lugar en el que se encontraba Naruto.  

—Ese no es el lugar donde Itachi curó a Naruto... —susurró uno de los presentes, con la duda reflejada en su voz.  

—Tienes razón. ¿Qué ocurrió para que terminara así?  

La habitación quedó iluminada por una tenue bombilla, que apenas lograba disipar la sensación opresiva. Naruto suspiró, cruzándose de brazos mientras se giraba hacia el hombre enmascarado. 

Reaccionando a la Verdad (NARUTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora