Sobrevivir

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No sabía si habían pasado horas o solo unos minutos, pero lo que tenía claro era que si seguía peleando, moriría. Los fragmentos de la máscara de arcilla que cubrían el suelo lastimaban sus pies, causando un ardor insoportable con cada movimiento. Ese tal Tobi era un maldito lobo disfrazado de cordero; había herido cada parte de su cuerpo, y cada herida ardía como si estuviera en llamas.

—Akatsuki —murmuraron varios con rabia en sus voces, como un eco que se propagaba por la sala, cargado de odio y resentimiento.

El aire en la habitación se volvió tenso, como si el simple nombre hubiera convocado una sombra que se cernía sobre todos los presentes. Los ojos de los shinobi se estrecharon, llenos de desconfianza y miedo mal disimulado, pero también de una profunda hostilidad que se mezclaba con la incertidumbre. Para muchos, el nombre "Akatsuki" era sinónimo de caos, destrucción y una amenaza omnipresente.

De repente, una figura enmascarada dio un salto hacia adelante, rompiendo la atmósfera densa con su energía desbordante.

—¡Ese soy yo! —exclamó Tobi, con una voz que parecía demasiado animada para la gravedad del momento. Señaló la pantalla con entusiasmo, como un niño que acaba de encontrar su juguete favorito.

Su comportamiento chocaba tanto con el ambiente sombrío que reinaba en la sala que por un instante, todos quedaron en silencio, sorprendidos por la aparente incongruencia entre su actitud juguetona y la temida reputación del grupo al que pertenecía. Los ojos de todos se fijaron en él, la confusión y la ira se mezclaban en las miradas que le dirigían.

Varios lo miraron con odio, sus miradas llenas de la ira reprimida que apenas podían contener. Pero el miedo, o tal vez la prudencia, les impedía actuar. Sabían bien lo peligroso que era subestimar a cualquiera de los miembros de Akatsuki, especialmente a alguien como Tobi, cuya verdadera naturaleza y capacidades permanecían en el misterio, envueltas en una máscara y una fachada de aparente ingenuidad.

La sala permaneció en silencio, con el odio y la rabia hirviendo justo debajo de la superficie, esperando a explotar. Sin embargo, nadie se atrevió a mover un músculo, conscientes de que un solo movimiento en falso podría desencadenar consecuencias catastróficas. El nombre de "Akatsuki" aún flotaba en el aire, como una sombra, y la presencia de Tobi, con su extraño comportamiento, no hacía más que intensificar la tensión

Dar todo de uno en una pelea no siempre funciona…” Esas palabras recorrían su mente una y otra vez, pero lejos de ser un consuelo, sentía como si su derrota se burlara de él, restregada en cada herida abierta. Recordaba las enseñanzas que había recibido, las horas de entrenamiento, el esfuerzo incansable por ser más fuerte, y todo parecía haberse desmoronado en esa lucha desesperada.

Sasuke miró la pantalla en silencio, cada vez Naruto era más similar a él.

Miró a Tobi, a unos metros de distancia, y contuvo la respiración. Su pecho subía y bajaba de manera errática, mientras la adrenalina luchaba por mantenerlo consciente. Sabía que tenía que huir. Sería un cobarde, sí, pero su vida era más importante que su orgullo. Exhaló con alivio cuando sintió que sus heridas comenzaban a sanar gracias a Kurama. Fue en esos breves segundos de calma que llegó a una decisión. Sin dudarlo más, se lanzó hacia su enemigo con lo que le quedaba de fuerza. Golpeó su estómago con la ventaja del efecto sorpresa y maniobró alrededor de su cuerpo, envolviendo sus piernas alrededor de su cuello, apretando con todas sus fuerzas, sintiendo los músculos tensarse al límite. No desperdició la cercanía y hundió sus uñas en el hueco de la máscara, arañando la carne con desesperación, intentando alcanzar su ojo.

—Bien hecho, mocoso —murmuró Tsunade, mientras apretaba el puño con fuerza. Su voz llevaba una mezcla de orgullo y alivio.

El cuerpo de Tobi se retorció violentamente, y en un último esfuerzo, clavó un kunai en su muslo, apretando su otra pierna con tanta fuerza que el dolor lo hizo gritar. Sentía que su hueso se quebraba bajo la presión. Pero, con un gruñido, Naruto apretó aún más fuerte alrededor del cuello de su oponente, echando su torso hacia atrás para desequilibrarlo. Estiró su brazo hacia el suelo, reuniendo toda su fuerza en las piernas y caderas, volcando el cuerpo más grande y estrellándolo contra el suelo con un sonido sordo. Con suerte, había roto algo más que su orgullo.

Reaccionando a la Verdad (NARUTO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora