⋆˚✿˖°𝐌𝐎𝐒𝐓𝐑á𝐑𝐓𝐄𝐋𝐎| 𝐑𝐀𝐅𝐀𝐘𝐄𝐋 2⋆˚✿˖°

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Su nombre sale de tu boca como un eco primigenio, llamándolo justo al borde de una trinchera sin fondo

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Su nombre sale de tu boca como un eco primigenio, llamándolo justo al borde de una trinchera sin fondo.

Rafayel no tenía miedo; él atravesaría las profundidades del más allá para tener tantas oportunidades de estar contigo como pudiera.

Pon tus piernas alrededor de mi cintura —susurra entre besos húmedos a lo largo de tu cuerpo.

Si alguien te dijera que tu dulce novio está literalmente haciéndote el amor en el fondo del océano, le dirías que un Vagabundo ha infectado su mente.

Con el rabillo del ojo, ves que su cuerpo emana un tenue resplandor. Un recuerdo lejano se abre paso entre la delgada membrana de tus pensamientos apenas si contenidos; la luz de la luna rebotando en las escamas rosadas y azules, su insoportable calor corporal y un brillo perlado empañando sus ojos.

—Rafael...

El cambio fue imperceptible. Al principio no sentías nada más que el pecaminoso hundimiento de su polla estirándose hacia tu coño.

Entonces, te golpeó como un tren de carga.

Sentías que su cintura se expandía y que tus muslos se separaban aún más. Pero, cuando mirabas la línea de sus cuerpos, la longitud de sus piernas había sido reemplazada por algo más largo. Más grande. Claramente tenía dos aletas unidas al extremo, dobladas en un ángulo para adaptarse a la posición en la que te estaba follando.

—¡R-Rafael—!

—Joder —se esfuerza, alineando su frente con la tuya—. T-tengo miedo de hacerte daño.

—N-no —obligas a tu gruesa lengua a pronunciar esas palabras—. Nunca ...

Su piel se endureció bajo tu tacto, y centímetros de extensiones pálidas fueron reemplazadas por escamas brillantes. Excepto su rostro, sus extremidades, espalda, pecho y torso estaban completamente cubiertos por la dureza de una armadura de múltiples placas endurecidas. Donde las escamas no podían tocarse, estaban unidas entre sí por capas delgadas de láminas, lo que le daba a todo su cuerpo un brillo sobrenatural.

Hipnotizado, giraste su rostro hacia ti, maravillándote ante la dispersión de escamas que adornaban su garganta y mandíbula.

—Guau —murmuraste mientras los tocabas. No eran tan duros ni afilados como imaginabas; sus escamas tenían una suavidad deliciosa que no podías dejar de presionar.

En respuesta, Rafayel gruñe: "Cariño... Está pasando".

Estabas a punto de abrir la boca y preguntarle qué era, cuando tus ojos se abrieron de par en par.

El lugar donde ambos estaban conectados de repente se tensó, como si algo estuviera presionando contra tus entrañas. Tus músculos intentaron instintivamente expulsar la intrusión extraña, tensándose y endureciéndose; fue una inyección de miedo como ninguna otra que hubieras probado jamás.

𝐁𝐋𝐎𝐎𝐃 𝐌𝐎𝐎𝐍    ˡᵒᵛᵉ ᵃᶰᵈ ᵈᵉᵉᵖˢᵖᵃᶜᵉ ˣ ʳᵉᵃᵈᵉʳDonde viven las historias. Descúbrelo ahora