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Los sonidos húmedos de sus labios son sucios y obscenos, cada respiración caliente y gemido rozan tu oído mientras te retuerces, apretada entre ellos. La polla de Rafayel ya está hinchada, se contrae contra las paredes revoloteantes de tu coño, no está dispuesta a salir por completo, se conformó con simplemente frotarse en embestidas lentas y crueles antes de que algo en él se rompa y cambie a golpear contra tus paredes maltratadas.
Cada vez que crees que finalmente llegarás, Rafayel cambia de ritmo, la obscena bofetada de piel contra piel amortiguada solo por tus sollozos y sus besos.
Estás cerca, tan, tan jodidamente cerca que sientes que tus músculos empiezan a temblar. Xavier solo te empuja más hacia abajo, cada ángulo es una nueva crueldad, te asfixia entre ellos, dejándote incapaz de hacer nada más que aguantar.
De nuevo, Rafael se detiene y tú le maldices con voz entrecortada mientras tus muslos tiemblan por la sobreestimulación, temblando violentamente hasta que sientes que algo te agarra la pantorrilla. Xavier masajea el músculo tembloroso, con suavidad, hasta que de repente presiona tu rodilla cada vez más alto, hasta que queda clavada en el colchón contra tu cabeza.
Y ahora Rafayel está golpeando increíblemente más profundo, abusando de tu pobre punto G con cada embestida.
Xavier te besa el tobillo, luego la pantorrilla, y sube por tu pierna hasta que puede mordisquear la parte interna de tus muslos, que ahora están doblados sobre su hombro. Y entonces sientes la presión de su polla en tu entrada ya llena. La mano de Xavier se hunde entre vuestros cuerpos, tratando de meterse junto a Rafayel, pero su polla se desliza más allá de tu ombligo, resbaladiza y cubierta de vuestro semen combinado.
"No, no, no, no voy a caber... ¡Ah ... Xavier!"
Tus palabras se convierten en un gemido mientras él lo intenta de nuevo, acercándose más para que quedes firmemente acunada entre los dos, Xavier inclinándose completamente sobre ambos. Un gruñido rechina su mandíbula cuando su polla se desliza de nuevo, reacomodándote para que tus piernas se abran más, el ardor en tus muslos se vuelve delicioso y abrumador, el coño llora alrededor de la polla de Rafayel mientras la cabeza hinchada y goteante de Xavier choca contra tu clítoris.
Xavier observa el desastre, cada embestida y chorro desordenado de semen, con el ceño fruncido y enrojecido, mientras gime en tu hombro: "Por favor, no puedo parar , por favor, déjame follarte también, te verás tan bonita con los dos llenándote, tomándonos tan bien, no me hagas parar".
Él se reduce a balbucear contra tu cuello, mordiendo lo suficientemente fuerte como para sangrar cuando tu coño finalmente se rinde ante él también, la cabeza del pene chocando con la de Rafayel mientras empuja lentamente centímetro a centímetro, temblando por el placer combinado de tus paredes y el violento latido de cada vena que ahora se frota juntas.
Es demasiado, no es suficiente, el estiramiento, la fricción y la presión te dejan completamente jodida, las manos luchando por agarrarte. Rafayel gruñe cuando tus uñas se arrastran por sus muslos, sus propias manos se aferran a tus muñecas, sujetándolas por encima de su cabeza, obligándote a quedarte inmóvil entre ellas.
