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La puerta se cerró de golpe detrás de ti e intentaste quitarte las botas de una patada, pero te diste cuenta de que no podías, porque estaban cerradas con cremallera y hebillas. Con un resoplido, te agachaste y tiraste de las cintas cortas del cinturón que te rodeaban los tobillos, rasgando el metal y abriendo sin contemplaciones las cremalleras de las botas antes de arrojarlas a un rincón.
Después de lavarte las manos, prácticamente te tiraste al sofá junto a Zayne.
"Me voy a suicidar."
Zayne te dirigió esa mirada de desaprobación que tiene el doctor. "Te dije que dejaras de decir eso".
"Voy a matar a alguien."
Suspiró y extendió la mano para frotar tu hombro. "¿Qué pasó?"
"Todos los informes de esta semana fueron eliminados y ahora parezco incompetente. Tara y Xavier están tratando de ayudarme a reescribirlos, pero es difícil hacerlo desde cero. Bethany me dijo que me denunciaría ante la capitana Jenna, como si fuera mi culpa que los informes desaparecieran".
Hizo una mueca. "¿Todos?"
"Todos."
La mano que te masajeaba el hombro se envolvió alrededor de tu otro hombro y te atrajo hacia él para que descansaras sobre el suyo. "Lo siento. Eso suena frustrante", dijo con voz suave.
"¿Alguna vez te ha pasado algo parecido?"
Pensó un momento. "Sí. Una vez se me extraviaron todos los archivos de un paciente. Afortunadamente, pude imprimir unos nuevos, pero mis notas desaparecieron. Desde entonces, tomo notas electrónicamente. ¿Hay algo similar que puedas hacer para asegurarte de que esto no vuelva a suceder en el futuro?"
"No fui descuidado. No hay nada que pudiera haber hecho de manera diferente", dijiste un poco a la defensiva.
—Lo entiendo. Pero, ¿quizás podrías hacer copias de esos documentos la próxima vez?
Te sentaste y lo miraste con incredulidad. "¿Por qué dices que esto es culpa mía? No hice nada malo".
"No hice nada de eso. Lo único que hice fue sugerirte que tomaras medidas preventivas más adelante. Te recomendaría que te relajaras".
Exhalaste y te frotaste la frente. "Tienes razón. Lo siento, pero estoy muy cansada". Te escocían los ojos; no sabías si era por el sueño o por las lágrimas.
"Estoy harta de sentirme como un chivo expiatorio cuando las cosas salen mal, ¿sabes?", dijiste con voz ronca. "Juro que hago lo mejor que puedo y nunca es suficiente".
—Lo sé, cariño. Siempre pones todo tu empeño en las cosas que te importan. Sería la última en dudar de tu pasión por tu trabajo.
Zayne te abrazó con delicadeza, ahuecó tu cabeza en su mano grande y la guió hasta que descansara sobre su clavícula. Sus dedos se enredaron en tu cabello y te masajearon el cuero cabelludo con suavidad.
"Eres suficiente. Eres más que suficiente. Tus compañeros de equipo valoran tu tenacidad y tu trabajo duro, y yo valoro cada una de tus decisiones. Tú vales más que tu trabajo".
Te acurrucaste en su abrazo y él tomó una manta del puf que estaba frente a ti y te la puso encima.
"Simplemente descansa."
Y lo hiciste.
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