Capítulo XIII

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Los dientes de Anya castañeteaban por las bajas temperaturas, sumando además con ello la ropa empapada que se pegaba a su piel y, que poco a poco, comenzaba a adquirir una débil capa de hielo

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Los dientes de Anya castañeteaban por las bajas temperaturas, sumando además con ello la ropa empapada que se pegaba a su piel y, que poco a poco, comenzaba a adquirir una débil capa de hielo. Logan frente a ella, aun con el torso descubierto, no daba el más mínimo indicio de estar sufriendo como ella. Estaba acostumbrado a la guerra, al dolor, y a no hacerle ver al enemigo cuan débil te encontrabas. Ella no era así, le gustaba el sol, el calor, y despreciaba la violencia, aunque a veces se encontrara empleándola contra otros.

— No creo que pueda caminar mucho más. —se atrevió a romper el silencio de horas, donde se perdían más y más en el bosque. Anya dudaba de que supiera a dónde se dirigía. Más bien caminaba porque no había nada más que hacer— ¿Logan?

— Te he oído. 

Suspiró ante su escueta respuesta. El entumecimiento de sus manos la tenía preocupada, pues por mucho que las frotara una contra la otra no sentía el más mínimo calor. Las puntas de sus dedos estaban cada vez más pálidas y, su mente, ya no era tan rápida como unas horas atrás. Se dio cuenta de lo último al intentar hablar de nuevo. Anya se encontró con la mente dispersa, balbuceando una palabra que dudaba siquiera de que existiera en el diccionario. Se detuvo, notando como un copo le caía sobre la punta de la nariz. Intentó quedarse quieta, realmente sin saber por qué, pues simplemente estaba tan cansada que sus pulmones le dolían bajo el pecho. Logan siguió avanzando, al menos hasta que se percató de que ya no escuchaba el crujir de sus pisadas tras él. El pasto bajo sus botas había comenzado también a adquirir una capa húmeda de hielo. Se giró.

— No siento mis manos. —el miedo creció en el pecho de Anya rápidamente, extendiéndose por culpa del vínculo hasta Logan— Y... t-tengo sueño. ¿Por qué? —Logan se acercó, examinando sus manos— ¿Por qué tengo sueño? 

— Estás congelándote. 

Encerró las manos de Anya entre las suyas, acercándolas hasta su boca, donde exhaló varias veces su cálido aliento para reconfortarla.

— ¿Por qué tú no tienes frío? 

Anya se encontró atrapada en el gesto que tenía con ella, le daba, sin quererlo, esperanzas a su corazón.

HER SWEET KISS ⎯⎯ ᴡᴏʟᴠᴇʀɪɴᴇDonde viven las historias. Descúbrelo ahora