"En 'Éveil d'Ombre', comparto mi viaje a través de mis miedos más profundos. Cada palabra refleja mi lucha con el dolor y la oscuridad que sentía por dentro. A medida que enfrentaba mis temores, descubrí una luz inesperada que brillaba más fuerte cu...
"La vida se está alejando de mí, se está cayendo lejos de mí..."
Falling Away From Me - Korn.
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𝙉𝙤𝙩𝙖 1: 𝙇𝙖 𝙋𝙧𝙞𝙢𝙚𝙧𝙖 𝙉𝙞𝙚𝙗𝙡𝙖
Recuerdo que todo comenzó con una sensación extraña, algo que no pude identificar al principio. Fue como si una fina niebla se deslizara lentamente en mi vida, cubriéndolo todo con una capa casi imperceptible de incertidumbre y desasosiego. No era algo tangible, no era una tristeza obvia ni un evento traumático que pudiera señalar como el origen de todo. No, era mucho más sutil que eso, como un susurro en la oscuridad, una presencia silenciosa que apenas se dejaba sentir, pero que estaba ahí, esperando el momento adecuado para hacerse notar.
Las primeras señales fueron tan pequeñas que casi las ignoré. Al principio, eran solo pequeños destellos de malestar, breves momentos de duda o cansancio que pasaban desapercibidos en medio de la rutina diaria. Una mañana me desperté sintiendo una leve presión en el pecho, como si algo invisible pesara sobre mí, impidiéndome respirar con facilidad. Lo atribuí a una mala noche de sueño, o tal vez al estrés de la semana. Pero esa sensación no desapareció. Era como una sombra persistente, siguiendo cada uno de mis movimientos, recordándome que algo no estaba bien.
Con el tiempo, esa niebla comenzó a espesarse. Los días, que antes pasaban con una velocidad casi imperceptible, ahora se alargaban, se volvían pesados y difíciles de soportar. Lo que solía disfrutar, las pequeñas alegrías cotidianas, comenzaron a perder su color. Las conversaciones con amigos se volvieron menos atractivas, como si sus palabras llegaran a mí desde una gran distancia, distorsionadas y vacías de significado. Las actividades que antes me daban placer ahora se sentían como tareas monótonas, vacías de propósito y energía.
A veces, me encontraba mirando por la ventana durante horas, observando cómo las sombras se alargaban en el suelo a medida que el día avanzaba. El tiempo parecía diluirse en esa niebla, convirtiéndose en una masa amorfa, donde las horas perdían su forma y significado. Me costaba recordar cuándo había comenzado a sentirme así, y más aún, cómo era mi vida antes de que esta nube gris se instalara sobre mí. ¿Siempre había sido tan difícil encontrar motivación para levantarme de la cama? ¿Siempre había sentido esta fatiga constante, esta sensación de que cada pequeño esfuerzo requería una energía que simplemente no tenía?
Me di cuenta de que mi mente se estaba convirtiendo en un campo de batalla. Los pensamientos que antes fluían con claridad, ahora se enredaban en un caos de dudas y temores. Mi memoria, que solía ser una aliada confiable, comenzó a fallarme, dejándome con lagunas que no podía llenar. Las cosas pequeñas, como recordar una tarea pendiente o seguir una conversación, se convirtieron en desafíos descomunales. Todo requería un esfuerzo que antes me parecía innecesario.
Y luego estaba el silencio. Un silencio interior que no era paz, sino vacío. Cuando intentaba encontrar respuestas dentro de mí, todo lo que encontraba era un eco distante, como si mi propia voz se hubiera perdido en la niebla. Era como si una parte de mí se hubiera desconectado, como si esa chispa interna que alguna vez iluminó mis pensamientos y mis acciones se hubiera apagado, dejándome solo con la penumbra.
