22: Irene

1K 96 138
                                    

Irene Gracia siempre se había considerado una persona tímida, o al menos así era cuando era una mujer casada. Era un ama de casa, a la sombra de su marido, que solía quedarse rezagada mientras él tomaba las riendas de la conversación delante de cualquiera de sus amistades. En su grupo de amigas solía ser la que menos participaba durante los debates, y por todos era elogiada por su simpatía y dulzura.

Pero hacía unos meses que algo se había despertado dentro de Irene, algo que le hacía querer ser menos tímida, menos introvertida, como una pequeña bestia que quería salir fuera. Sería mentira si dijera que Rainelis Rosario no había sido uno de los motivos de este cambio. Desde el día que la había visto bailar en el club sintió que algo en ella era distinto. Sólo había sido la llama que había encendido la mecha, pero la vida de Irene había dado un giro de 180 grados en los últimos meses. Y había decidido que si quería que su vida cambiara lo primero que tenía que hacer esa separarse de su marido y así había hecho.

Unas semanas después de su separación, dejó sus vestidos de señora elegante en el armario y se presentó en "The Black and Pink" con unos vaqueros y una camisa azul que resaltaba sus ojos, buscó con la mirada, sabía que ese día estaría ahí y efectivamente, no le costó identificar cerca de la barra a Rai.

-Hola- dijo con una sonrisa de oreja a oreja haciendo que la otra mujer se girara –Qué bien te sienta el castaña-

La pelicastaña se quedó mirándola durante unos instantes intentando ubicarla –Oh, gracias, Irene, ¿verdad?-

-Exacto, perdona por venir a hablar contigo así sin más. ¿Has terminado tu turno? ¿Puedo invitarte a algo?- a pesar del cambio, quedaba un poco de timidez en la mujer de pelo castaño, se notaba su nerviosismo a la espera de una respuesta.

Rai la miró pensativa, era una mujer muy guapa y actualmente ella no tenía compromisos, mucho menos después de lo mal que Alondra la había tratado, así que no le costó nada decidirse –Sí, me gustaría tomar algo contigo-

Irene sonrió dulcemente y después de que la stripper se cambiara de ropa salieron a un bar cercano para tomar algo. Ninguna de las dos quería hacerlo en el club. Mientras charlaban, la morena le confesó que se había separado.

-Me da algo de vergüenza admitirlo pero... he pensado mucho en ti desde ese día- jugó con la copa entre sus manos.

-¿En serio? Bueno, siempre que hago shows suelo buscar a la que parece más tímida, esa noche fuiste tú-Rai pensaba que la otra mujer parecía muy dulce, aunque ciertos aspectos de su personalidad denotaban que también tenía su genio y que era más interesante de lo que parecía a simple vista -¿Te parece si seguimos charlando en mi casa?-

Irene accedió y unos segundos después de haber atravesado la puerta del hogar de la pelicastaña, se acercó a besar sus labios. Rai correspondió al beso de buena gana, era raro para ella estar besando a otra mujer que no fuera Alondra, pero para nada fue desagradable. Un "llévame a tu cama" salió susurrado de la boca de la mujer de pelo castaño y tomándola de las caderas, Rai la condujo hasta su cuarto. Cayeron sobre el colchón, ambas demasiado necesitadas para parase a pensar, sus prendas, una a una, fueron esparcidas por el suelo. La pelicastaña era consciente de que era la primera mujer de Irene, pero ella no la detuvo en ningún momento. Disfrutó de sus pechos, eran pequeños y sus pezones se endurecieron con facilidad. Recorrió su vientre, arañó sus muslos, mordió sus labios. Los gemidos le indicaban que Irene estaba siendo complacida y no necesitó más señales para entrar en ella. No había amor, sólo deseo, excitación, libertad para la morena, desahogo para Rai. Porque necesitaba escapar, al menos durante unos minutos, de la tristeza.

A la mañana siguiente, después de dejar a Mia en el colegio, Alondra decidió que debía hablar con la niñera acerca de las palabras de más que había dicho. Tocó a la puerta de su habitación pero no recibió respuesta, entró y vio que no se encontraba ahí. Se sorprendió un poco, pero ahora no tenía derecho a entrometerse como cuando tenían algo, mientras recogiera a la niña a tiempo no podía pedirle explicaciones.

LA STRIPPER/ RAILODonde viven las historias. Descúbrelo ahora