27: Vuelta A Casa

1.8K 109 99
                                    

Rai sonrió ante las palabras de la mujer que amaba, sabía que eran ciertas esas palabras, pero realmente necesitaba oírlas para sentirse tranquila –Bueno, intenta no probar con nadie más- se acercó a ella besando sus labios –Gracias por decírmelo-

La morena no podía dejar de sonreír -Tengo una idea... ven- se levantó ayudándola a hacer lo mismo y le acercó la ropa. Cuando estaban ambas vestidas, Alondra cogió la manta y la tomó de la mano haciéndola salir al porche –Está a punto de amanecer- se sentaron en el banquito muy pegadas y con la manta cubriéndolas. La morena rio un poco –Esto es muy romántico ¿eh? No dirás que no te tengo mimada...-

-Sí, demasiado, me empalagas un poco- la niñera bromeó riendo también y la abrazó apoyando la cabeza en su hombro.

Alondra la rodeó con sus brazos mientras contemplaban el paisaje, no podían estar más a gusto.

-¿sabes? Decirlo no arregla nada porque las cosas son como son pero... si no tuviera a Mia, ya habría huido lejos contigo, sin importarme el dinero que lleváramos en los bolsillos-

Alondra sonrió mientras veía cómo el sol iba saliendo.

–Bueno, has cambiado mucho, hace un tiempo no pensabas así. No te importaba solo tu hija, también tu status social y el dinero. Me alegra que ahora pienses así, es un gran paso-

Se quedaron un rato en silencio hasta que la morena volvió a hablar.

–Rai... cuando volvamos pienso pedirle a Manuel ser la madre legar de Mia- hizo una pausa haciendo que la pelicastaña levantara la cabeza mirándola con una expresión de sorpresa –Así estaremos un paso más cerca de estar juntas-

La pelicastaña sonrió de oreja a oreja, sabiendo que era más difícil de lo que sonaba, pero que si todo iba bien y Mia pasaba a ser hijo de Alondra podrían tener la posibilidad de estar juntas de verdad. Se acercó a besarla poniendo la mano en su mejilla y luego se separó un poco mirándola fijo

–Te amo y te voy a apoyar, pero vamos a tener que hacerlo con calma... ya sabemos cómo es Manuel-

Alondra asintió.

–Poco a poco- se besaron una vez más y luego entraron en la casa. Apenas pudieron dormir media hora, pero estaban contentas de haber aprovechado su última noche ahí.

Antes de la hora de comer ya habían recogido todo y a pesar de las quejas de Mia  tuvieron que volver a casa. Ninguno quería hacerlo, esos días habían sido un pequeño vistazo a la bonita familia que podrían formar si no existiera Manuel. Pero ambas mujeres estaban ilusionadas y ponían todas sus esperanzas en la posibilidad de convertirse realmente en esa familia que tanto deseaban ser.

Habían decidido dejar pasar unos cuantos días antes de abordar el tema de la adopción con Manuel. En esos días la relación de Alondra con la pelicastaña había ido muy bien, volvían a ser las de antes, incluso su relación se había fortalecido ahora que Rai tenía la promesa de un futuro junto a la morena. Tenían que verse a escondidas en la casa, pero la clandestinidad hacía que ambas sintieran la excitación de lo prohibido y eso avivaba todavía más su deseo.

Un domingo, y después de prepararse unas palabras, Alondra fue al despacho de su marido dispuesta a conseguir lo que se proponía. Tocó a la puerta y entró, Manuel leía el periódico y ni levantó la mirada al escucharla.

-Manuel, quiero hablarte de algo que estuve pensando durante bastante tiempo- hizo una pausa mientras jugaba con sus manos nerviosa.

Su esposo apartó el periódico y la miró -¿Qué pasa?-

-Bueno... ya llevamos mucho tiempo casados y Mia es como mi hija, ¿qué te parece si lo hacemos legal? Por si pasa cualquier cosa...- Alondra sonrió intentando parecer amable.

LA STRIPPER/ RAILODonde viven las historias. Descúbrelo ahora