Capítulo 7

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Stanford se acercó a Alex, su expresión seria.

— Lo siento, Alex — dijo. — Pero creo que es hora de que sepas la verdad.

Alex se sintió intrigado, a pesar de su temor a Bill.

— ¿Qué verdad? — preguntó.

Stanford tomó una profunda respiración antes de hablar.

— Soy un inventor — dijo. — Pero no solo de tecnología. He estado trabajando en algo más... algo que podría cambiar el curso de la historia.

Alex se sintió confundido, no entendiendo qué quería decir Stanford.

— ¿Qué es? — preguntó.

Stanford se acercó a Alex, su voz baja.

— He creado una máquina que puede manipular el tiempo — dijo. — Pero no es solo eso. La máquina también puede manipular las mentes de las personas.

Alex se sintió asustado, no sabiendo qué creer.

— No creo que estés diciendo la verdad — dijo.

Bill se acercó a Alex, su sonrisa astuta.

— La verdad es algo que se puede manipular — dijo. — Pero te digo una cosa, Alex. Stanford es alguien que puede hacer grandes cosas.

Stanford se acercó a Bill, su expresión seria.

— Bill, no — dijo. — No debes hablar de eso.

Bill se rió, su sonrisa astuta.

— No te preocupes, Stanford — dijo. — Alex es alguien que puede ser útil.

De repente, Alex se sintió confundido y asustado. No sabía qué creer ni a quién confiar.

— No entiendo — dijo. — ¿Qué está pasando?

Bill se acercó a Alex, su voz baja y amenazante.

— Lo que está pasando es que Stanford es mío — dijo. — Y nadie lo puede tener a menos que yo lo permita.

Stanford se acercó a Bill, su expresión seria.

— Bill, no — dijo. — No es así.

Bill se rió, su sonrisa astuta.

— Sí, es así — dijo. — Y si alguien intenta separarnos, lo pagarán.

Y con eso, Alex se sintió atrapado en un juego de poder y manipulación, con Bill y Stanford en el centro.

Atrapados en el Laberinto de la PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora