Capítulo 11

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Mientras tanto, en la pirámide de las pesadillas, el reino de Bill, sus sirvientes se reunieron para escuchar la historia de su señor.

— Mi señor — dijo uno de los sirvientes. — ¿Qué pasa con Stanford? ¿Por qué es tan importante para usted?

Bill se rió, su sonrisa astuta.

— Stanford es mi pasión — dijo. — Mi obsesión. Es el único que puede satisfacer mi sed de poder y control.

Los sirvientes se miraron entre sí, sorprendidos por la declaration de Bill.

— Pero, mi señor — dijo uno de ellos. — ¿No es peligroso obsesionarse con alguien de esa manera?

Bill se acercó a los sirvientes, su sonrisa astuta.

— La obsesión es lo que me hace fuerte — dijo. — Y Stanford es mi fuerte. Mi debilidad.

Los sirvientes se miraron entre sí, asustados por la declaration de Bill. Sabían que su señor era capaz de hacer cualquier cosa para obtener lo que quería.

— ¿Y qué pasa con la galaxia? — preguntó uno de los sirvientes. — ¿No es peligroso dejar que Stanford se escape?

Bill se rió, su sonrisa astuta.

— La galaxia es mi juguete — dijo. — Y Stanford es mi juguete favorito. No se escapará de mí.

Y con eso, los sirvientes se dispersaron, asustados por la obsesión de Bill por Stanford.

Atrapados en el Laberinto de la PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora