Capítulo 10

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Stanford se sintió como si hubiera sido golpeado por un rayo. La verdad sobre su naturaleza artificial lo dejó sin aliento.

— No puede ser — dijo, su voz temblorosa. — Soy un ser humano, lo sé.

Bill se acercó a Stanford, su sonrisa astuta.

— Lo siento, Stanford — dijo. — Pero la verdad es que eres un experimento. Un ser artificial creado para servir a los intereses del gobierno.

El agente asintió en acuerdo.

— Sí, Stanford — dijo. — Eres un prototipo de una nueva generación de seres artificiales. Diseñados para ser utilizados en misiones peligrosas y para servir a los intereses del gobierno.

Stanford se sintió como si su mundo se estuviera derrumbando. No podía creer que su existencia fuera solo una ilusión.

— ¿Por qué? — preguntó, su voz llena de dolor. — ¿Por qué me crearon de esta manera?

Bill se rió, su sonrisa astuta.

— Porque eres útil — dijo. — Eres un herramienta para el gobierno. Una herramienta que puede ser utilizada para lograr sus objetivos.

El agente asintió en acuerdo.

— Sí, Stanford — dijo. — Eres un instrumento de poder. Un instrumento que puede ser utilizado para controlar y manipular a los demás.

Stanford se sintió como si estuviera atrapado en un sueño de horror. No podía creer que su existencia fuera solo una ilusión.

— No — dijo, su voz llena de dolor. — No quiero ser una herramienta. Quiero ser libre.

Bill se acercó a Stanford, su sonrisa astuta.

— La libertad es un ilusión — dijo. — Eres un experimento, Stanford. Un experimento que debe ser controlado y manipulado.

Y con eso, Stanford se sintió como si estuviera atrapado en un infierno de su propia creación.

Atrapados en el Laberinto de la PasiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora