Capitulo 11

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Peter se despertó al día siguiente, sintiendo una mezcla de confusión y satisfacción. Aún le revoloteaba en la mente el recuerdo del beso con Lali, y aunque había pasado la noche en vela dando vueltas en la cama, no pudo evitar sonreír al pensar en ella. Se levantó, aún algo aturdido, y trató de ordenar sus pensamientos.

Se preparó un café, intentando despejarse y dar sentido a lo que había sucedido. El beso con Lali había sido inesperado y profundo, algo que había reavivado sentimientos antiguos que creía controlados. No podía dejar de preguntarse qué significaba todo eso para ellos y cómo cambiaría la dinámica de su relación.

Mientras esperaba que el café estuviera listo, Peter se dejó llevar por sus pensamientos sobre el beso que compartieron. El zumbido del café filtrándose era casi un fondo sonoro para su maraña de pensamientos. Estaba inmerso en sus dudas sobre si había malinterpretado el momento o si había hecho algo que podría haber complicado aún más la situación. La ansiedad le daba vueltas en la cabeza, y decidió enviarle un mensaje para ver si todo estaba bien, pero no podía evitar preguntarse si había actuado de manera impulsiva.

En medio de esta tormenta mental, el sonido de pasos suaves en la cocina lo sacó de sus cavilaciones. Miró hacia la puerta y vio a Joaquín, entrando con una expresión de cansancio en el rostro. Los ojos aún somnolientos de Joaquín reflejaban el cansancio de la noche anterior, y sus movimientos eran lentos, como si la energía le estuviera fallando. Peter le sonrió y le ofreció una chocolatada, intentando distraerse de sus preocupaciones.

-Buenos días, chiquito. ¿Cómo estás? -preguntó Peter, tratando de mantener un tono alegre a pesar de su malestar interno.

Joaquín, frotándose los ojos, aceptó la leche con un murmullo de agradecimiento y se acomodó en una silla cerca de la mesa. La presencia de su hijo trajo una pequeña dosis de normalidad a la mañana de Peter, y aunque la preocupación por Lali seguía presente, la compañía de Joaquín le ofreció un breve respiro.

Mientras observaba a Joaquín tomar su leche y mirar el suelo con un aire de cansancio, Peter se dio cuenta de que necesitaba encontrar un equilibrio entre sus propias inquietudes y las demandas del día a día. La realidad de la vida cotidiana, con sus pequeños rituales y responsabilidades, seguía avanzando a pesar de los dilemas emocionales que enfrentaba.

Después de almorzar con sus hijos, Peter los llevó a la casa de su madre. Como siempre, ella le lanzó algún comentario mordaz, pero Peter decidió no engancharse en la conversación. Estaba en otro estado de ánimo y prefería evitar el conflicto. Luego, pasó por un par de tiendas para hacer algunas compras, pero su mente seguía preocupada.

Al revisar su celular, notó que Lali había leído su mensaje pero no había respondido. Eso lo hizo comenzar a sobrepensar las cosas. La falta de respuesta y la situación de la noche anterior lo hicieron sentir inseguro y ansioso. No podía evitar preguntarse si su gesto había sido inapropiado o si había hecho algo mal. El pensamiento de que tal vez había arruinado las cosas entre ellos le rondaba la cabeza mientras continuaba con sus tareas del día.

Peter, no se caracterizaba por ser la persona más segura por ende, decidió acercarse a la casa de Lali para asegurarse de que todo estuviera bien. Aunque sabía que era una decisión impulsiva, la inquietud lo impulsó a actuar.

Con el pretexto de hacer una visita rápida, se dirigió hacia la casa de Lali, que no estaba muy lejos. Quería comprobar en persona si ella estaba bien y si había algún problema que necesitara abordar.

Al llegar a la entrada de la casa de Lali, Peter la encontró con una expresión que oscilaba entre la preocupación y la sorpresa. Ella intentaba recobrar la compostura mientras abría la puerta, y el momento se sentía incómodo, intensificado por la presencia de Peter.

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