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Capítulo nueve

Joaquín examinó el desastre de la habitación. Peter y Lali estaban a su lado. Ella tenía los ojos enrojecidos por el llanto. Joaquín suspiró e hizo un gesto negativo con la cabeza.

—No me gusta para nada esto. No señor, no me gusta ni un poquito.

Se acercó a la cama y observó las desgarraduras.

—Parece que han usado un cuchillo de monte. Y ahora, Lali, vamos a ver si entendí bien. Viniste a casa desde la tienda y la puerta estaba abierta. Subiste y al hacerlo descubriste esto. Luego dio la casualidad de que apareció Peter.

—No exactamente. Fui a ver a Peter antes de volver a casa. Tuvimos una... discusión y él me siguió hasta aquí.

—Entiendo —murmuró Joaquín, quien claramente no entendía nada—. ¿Te falta algo?

—No que yo sepa. ¿Por qué querría alguien hacer esto, Joaquín?

El jefe de policía lanzó una de sus típicas miradas.

—Eso mismo iba a preguntarte yo. ¿Se te ocurre alguien?

—Si no te importa yo tengo un par de ideas —intervino Peter, todavía sorprendido de que Lali pudiera ser tan fuerte—. Pero creo que Lali se sentiría mejor si hablamos sobre este tema abajo.

Peter le puso la mano en la espalda para bajar. La acción no le pasó desapercibida a Lali. Si Peter quería disculparse, ella estaba lista para perdonarlo.

—¿Qué ideas tienes? —preguntó Joaquín, después de que se sentaran.

—Creo que alguien intenta asustar a Lali para que deje de remover el pasado. Está decidida a averiguar lo que le pasó a Erika y tengo la sospecha de que nos estamos acercando demasiado.

—¿Qué? —gritó Joaquín lleno de ira—. ¿Intentas decirme que están investigando la muerte de Erika Calderón?

—Sí —dijo Lali en actitud desafiante—. Nosotros queremos averiguarlo tanto como tú. Que nos pongamos a pelear no va a cambiar las cosas.

—Así que alguien destrozó tu habitación como advertencia.

—Exacto —dijo Peter.

—¿Y creen que es la misma persona que asesinó a Erika o que ha secuestrado a Luz?

—Creemos que se trata de la misma persona —dijo Peter, mientras Lali asentía.

—¿Y qué más piensan? —preguntó Joaquín, sacando a relucir una paciencia desacostumbrada en él.

—A mí me parece que no tiene que tratarse necesariamente de la misma persona. Puede haber sido el asesino, pero también cualquier otra persona que no quiere que el misterio se resuelva.

—Sí —coincidió ella con aire pensativo—. Tal vez sea alguien que no quiere ver el nombre de Peter limpio.

Joaquín se removió inquieto en su silla y se pasó una mano por sus escasos pelos. Al parecer, su paciencia con la teoría de Peter se había acabado.

—¿Pueden parar de una vez? Estoy seguro de que se pueden pasar una eternidad teorizando, pero eso no nos lleva a ninguna parte. Y antes de que continúen, me gustaría dejar una cosa bien clara. Tendrán que responder ante mí si me entero que siguen jugando a los detectives. No me mires así, Lali. Ya sé que no te gusta que te den órdenes. Admitamos por un momento que Peter tiene razón y que alguien no quiere que vayas por ahí metiendo tu nariz. Si sigues buscando por donde no te llaman, puedes terminar herida.

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