Aquella noche, Lali fue a ver a Daniel. Desde la muerte de sus padres, hacía quince años, Daniel vivía en aquella casa cavernosa solo. No le prestaba mucha atención aunque la mantenía razonablemente limpia. Lali sospechaba que sólo limpiaba el polvo una vez al año. La casa era notable porque terminaba en una especie de torre que, en realidad, era una habitación extra. Lali tocó la puerta por segunda vez.
—¡Ah! Eres tú —dijo Daniel, apareciendo por la puerta.
Tenía un aspecto más desaliñado que nunca. Se subió los lentes para mirar a Lali.
—Hola, Daniel —saludó ella, pensando que estaba actuando de una manera extraña, incluso para ser Daniel—. ¿Puedo pasar?
Todos los ventiladores situados en el techo de las habitaciones estaban prendidos creando una corriente de aire cálido y un ruido terrorífico.
—¿No podemos ir al jardín? —gritó ella para que la escuchara.
En el jardín, la brisa y el silencio nocturno eran un alivio. Los dos se sentaron en la banca.
—¿Te enteraste? Abel Pintas murió —comenzó ella.
Daniel carraspeó. Lali volvió a pensar que se veía más desaliñado que de costumbre. Incluso tenía las mejillas manchadas con tierra.
—Sí. En Arcadia es difícil no enterarse. Dicen que se emborrachó, cayó al río y se ahogó.
—Yo escuché lo mismo. Te preguntarás a qué se debe mi visita. Ya sé que te puede parecer un poco raro, pero quería preguntarte sobre la noche en que Erika desapareció.
—¿Por qué? —preguntó él.
Se miraba las manos. Era obvio que no estaba de acuerdo con su investigación más que Joaquín.
—Eres el único con quien nunca hablé sobre el tema. Claro que escuché lo que dijiste en ese entonces, pero quería que habláramos frente a frente.
—Creí que Joaquín quería que dejaras esta investigación porque era demasiado peligrosa.
—No tengo miedo. Sólo quiero llegar al fondo de la historia. ¿Vas a ayudarme o no?
Hubo otro momento de silencio antes de que Daniel se decidiera a comenzar. Lali había adoptado una actitud amistosa para no provocar su timidez.
—Era una noche muy oscura, pero cuando miré por la ventana todavía quedaba algo de luz. Vi a Peter Lanzani y a la niña inclinados sobre la bici. Recuerdo que ella tenía puesto un pijama.
—¿Y qué más?
—No vi nada más. No volví a asomarme de forma que no vi lo que pasó.
—¿Te acuerdas de algo más sobre esa noche?
—Sólo de que hacía frío.
—¿Qué crees que pasó, Daniel?
—Si te lo digo, volverás a molestarte como la última vez que te acompañé al trabajo.
Lali le puso la mano en la mejilla.
—Es probable que tengas razón. Gracias. Eres un buen amigo. La próxima vez que me enoje tú deberías hacer lo mismo.
—Nunca podría enfadarme contigo, Lali. Siempre serás mi chica.
Lali sonrió dejando que el comentario le resbalara como agua de lluvia.
—Te acompañaré a tu casa —se ofreció él.
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Culpable
RandomAunque en el pasado te perdiste en mi amor me creíste culpable Y ahora en el presente ¿aún crees que fui yo?