12.

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< chapter 12: beso >

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El cielo sobre el castillo de Hogwarts estaba teñido de gris, como si el mismo clima estuviera reflejando el peso de las preocupaciones que se acumulaban en la mente de Scorpius. Las nubes, densas y cargadas, parecían aplastar el alma del joven, haciéndolo sentir aún más atrapado en su propia mente.

Scorpius caminaba por los pasillos casi de forma automática, sus pies lo llevaban a clases, al Gran Comedor, a la Sala Común, pero su mente estaba en otro lugar. Cada paso que daba era una lucha interna, un recordatorio de lo cerca que estaba de la tentación, de lo fácil que fue ceder, tomar esa pastilla, sentir esa falsa sensación de paz que tanto anhelaba.

Draco y Theodore, notaban los cambios. No eran tontos; se conocían desde la infancia y podían leer a Scorpius como un libro abierto. Su semblante pálido, las ojeras marcadas, los momentos en los que se quedaba en silencio más tiempo del habitual... Todo eso les gritaba que algo no estaba bien.

Ambos intercambiaron miradas cuando vieron a Scorpius entrar en la Sala Común de Slytherin. Era una tarde lluviosa, y el fuego en la chimenea crepitaba suavemente, proporcionando un leve consuelo ante el frío exterior. Sin embargo, nada podía apaciguar la inquietud que ambos sentían.

—¿Te has fijado? —murmuró Draco, su voz baja para que nadie más los oyera. Estaban sentados en un rincón apartado, lejos de las miradas curiosas de los demás.

—Claro que sí —respondió Theodore, su tono igual de cauteloso—. Llevo días notando que Scorpius está… distante. Como si su mente estuviera en otro lugar. Y no es la primera vez que lo veo así.

Draco frunció el ceño. Conocía esa mirada en los ojos de Scorpius, esa misma desesperanza que lo había llevado a casi perderlo antes. Pero esta vez parecía peor, como si algo en su interior se estuviera desmoronando.

—Temo que haya vuelto a recaer —admitió finalmente, su voz cargada de preocupación. Decirlo en voz alta hacía que el temor pareciera aún más real.

—No podemos permitir que eso suceda —respondió Theodore con firmeza—. Hemos estado con él en todo momento. No podemos perderlo ahora.

Los dos amigos se miraron a los ojos, una silenciosa promesa pasó entre ellos. Sabían que tenían que hacer algo, pero la pregunta era qué. Scorpius no era alguien que se abriera fácilmente, y menos en momentos como este. Sería difícil llegar a él si no estaba dispuesto a dejarse ayudar.

Scorpius, ajeno a las preocupaciones de sus amigos, se dejó caer en un sillón frente al fuego. El calor del hogar no alcanzaba a disipar el frío que sentía en su interior. Sus pensamientos estaban llenos de una única imagen: Ginny Weasley.

𝐈 𝐂𝐀𝐍'𝐓 𝐂𝐀𝐑𝐑𝐘 𝐓𝐇𝐈𝐒 𝐀𝐍𝐘𝐌𝐎𝐑𝐄; Ginny Weasley ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora