* Capitulo 28

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19 años

Parte dos

Dos meses, tengo la piel lastimada por el látigo y manchada con sangre seca y reciente

No he comido nada y me siento tan débil ya que no me he podido levantar de la maldita silla en la que estoy amarrada

- Te traje una deliciosa sopa - canturrea Isabel poniendo un plato frente a mi, no se que es pero abro la boca cuando me ofrece la cuchara recibiendo la sopa caliente que se desliza por mi garganta

Abro repetidamente la boca comiendo y tratando de reponerme, estoy casi terminando cuando de pronto en la cuchara miro un dedo, no cualquier dedo sino que porta el anillo de bodas que la señora García jamás se quitaba

El asco me avazalla y todo se me regresa, giro el rostro vomitando la asquerosidad que me acaban de dar desatando la risa psicópata de ella

La garganta me arde, me siento tan mareada que termino llorando y convenciendome a mi misma de que solo era una mala broma pero no lo era

- Te tengo una sorpresa especial para hoy - se rie mostrándome una jeringa - Antoni prohibió drogarte pero esto no es una droga en sí, es solo un alucinógeno que revive tus peores pesadillas - se acerca clavando el líquido helado en mi brazo

La respiración se me agita y cierro los ojos tratando de fingir que nada pasa pero mi mente me juega una mala pasada enviándome a la casa Lazareva y niego varias veces ya que es un trauma con el que he lidiado toda mi vida

- No es real, no es real - me susurro a mi misma - Es solo una ilusión, no es real

- Vamos a jugar un juego - dice Sonya poniéndome a hiperventilar mientras niego, se que es Isabel, es Isabel...

Me corta las cuerdas que me sujetan y varias ratas entran a la habitación poneindome a gatear a una esquina para que no me toquen

- ¡No! ¡No quiero jugar! - pataleo cuando uno me toma pero ya no soy la teniente García sino la pequeña Romanov que rompieron hace años - ¡Vladimir! ¡Tia Aleska!

Me vuelven a tomar a la fuerza lastimandome, una y otra vez obligandome a abrir las piernas y la boca que después de tanto forzarme vómito pero no les importa

Me quedo acostada en el suelo, abrazo mis piernas volviéndome un ovillo, recuerdo perfectamente a las ratas y me duele, me duele tratar de seguir viviendo

Me quedo acostada en el suelo, abrazo mis piernas volviéndome un ovillo, recuerdo perfectamente a las ratas y me duele, me duele tratar de seguir viviendo

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No sé cuánto tiempo voy aquí pero mi cara está llena de golpes, mi cuerpo tiene moretones y no tengo ni fuerzas de levantarme del suelo

Mi espalda está vuelta un asco al igual que mis piernas, mi cabello está negro al igual que mi cuerpo ya que el piso está sucio, no más que mi alma

- ¡Levántate! - grita Isabel pero ya no me importa, me toma del nacimiento del cabello jalandome fuera de la habitación, me arrastra hasta uno de los graneros donde me obliga a mantener la cabeza metida un balde

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