Capítulo 25

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Salgo del trance cuando el servicio se acerca a quitar la mesa, y recuerdo que en una hora tengo la cita con el ginecólogo

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Salgo del trance cuando el servicio se acerca a quitar la mesa, y recuerdo que en una hora tengo la cita con el ginecólogo. Necesito una ducha de agua fría urgentemente.

Cuando recupero la serenidad me visto para ir a ver al doctor, decido pasar por el despacho de mi esposo para informarle, pasando sin llamar. Me indica que guarde silencio mientras termina su conversación telefónica, está apoyado en la mesa con los dedos sujetándose el puente de la nariz y se que hay problemas.

Suspira antes de colgar, y se queda mirándome de arriba abajo.

—¿Dónde vas tan guapa?

—¿Me estás diciendo que el resto del tiempo voy fea?

—Cariño, no podrías estar fea ni aunque lo hicieras a propósito —me mira con media sonrisa en el rostro.

—¿Qué ocurre? —me acerco a él y rodeo su cintura con mis brazos.

—Nada que deba preocuparte...

—¿Puedo ayudar?

Niega con la cabeza y me da un beso en la frente.

—Esta noche llegaré tarde, no me esperes despierta.

Asiento cogiendo su cara entre mis manos acercándome a sus labios, tiene que agachar la cabeza cuando no llevo tacones y nuestros labios se rozan en una rápida caricia.

—Ten cuidado.

Unos golpecitos en la puerta, junto con un carraspeo, me sobresaltan y lo suelto rápido. Me suben los colores al rostro al ver a uno de los hombres de Dante esperando en el marco de la puerta.

—Tienes que dejar de avergonzarte cada vez que te pillan besándome, Patrizia.

—Lo sé —me sonrojo aún más por sus palabras, tiene razón.

—Señor, ya está todo preparado.

Asiente en dirección al hombre, que lo espera a un lado de la puerta.

—No hagas planes para mañana por la noche, quiero llevarte a cenar.

—Eres el único que ocupa mi agenda, Dante.

Intento alejarme pero no doy dos pasos cuando me agarra del brazo y vuelve a besarme, su mano sujeta mi nuca para tener mejor acceso a mi boca, metiendo su lengua en un asalto salvaje y posesivo, me muerde los labios y un gemido escapa de mi boca al sentirlo duro contra mi cuerpo. Su brazo me rodea la cintura aferrándome a su cuerpo, y no puedo hacer otra cosa que agarrarme a su camisa. Me devora la boca con la misma intensidad que me demostró después de comer, con una posesividad digna de él, marcándome como suya.

—Dos hombres irán contigo —gruñe contra mi boca.

Necesito que la sangre vuelva a circular por mi cuerpo para asimilar sus palabras.

Secretos con el señor de la mafia (+18) [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora