4

6 2 0
                                    

Las sesiones con la doctora Laura continuaron, y poco a poco, comencé a sentir que estaba recuperando algo de control sobre mi vida. No todo era perfecto, pero había empezado a identificar los patrones de pensamiento que me hundían, y a reconocer los momentos en los que necesitaba parar y recalibrar.

Un día, durante una de nuestras sesiones, la doctora Laura me hizo una propuesta que me tomó por sorpresa.

-Astrid, hemos hablado mucho sobre tus sentimientos y pensamientos. Pero me gustaría que también consideraras algo más práctico, algo que te ayude a reconectar con el mundo a tu alrededor de una manera positiva. Qué te parece hacer algo creativo? Tal vez escribir, pintar, o cualquier cosa que te permita expresarte sin palabras.

-Nunca he sido muy buena con las manualidades o la pintura
admití, un poco insegura.

-No tienes que ser buena
me recordó.
-No se trata de crear una obra de arte, sino de permitirte un espacio para expresarte, para liberarte de lo que llevas dentro. Tal vez podrías empezar un proyecto pequeño, algo que te interese y que no tenga ninguna presión de perfección.

Me tomé un tiempo para pensar en su propuesta, y después de unos días, decidí intentarlo. Recordé cuánto me gustaba escribir cuando era más joven, cómo las palabras fluían cuando no había juicios ni expectativas. Entonces, una noche, saqué mi viejo portátil y comencé a escribir. No tenía un plan ni un objetivo específico, solo dejé que las palabras surgieran, permitiéndome explorar mis pensamientos y emociones de una manera diferente a como lo hacía en las sesiones de terapia.

"Querido diario" comencé, como si volviera a ser una adolescente, escribiendo sobre mis días y mis sueños. Pero esta vez, mis palabras no estaban dirigidas a un diario, sino a mí misma. Era un diálogo conmigo misma, un lugar seguro donde podía ser completamente honesta.

Con el tiempo, esos escritos se convirtieron en un refugio. No eran siempre felices ni siempre tristes, pero eran reales. A veces, escribía sobre mis progresos, sobre los pequeños momentos de alegría que encontraba en mi vida diaria. Otras veces, derramaba mi frustración y mi tristeza, permitiéndome sentir sin miedo.

-Escribir me ha ayudado mucho
le dije a la doctora Laura en una sesión. -Me hace sentir que estoy sacando algo de mi interior, algo que no sabía cómo expresar de otra manera.

-Eso es maravilloso, Astrid
respondió ella con una sonrisa.
-La escritura puede ser una forma poderosa de terapia, una manera de ordenar tus pensamientos y procesar tus emociones. Me alegra que hayas encontrado algo que te ayude a avanzar en este camino.

Y así, con cada palabra escrita, con cada respiración profunda, con cada conversación sincera, empecé a sentir que estaba reconstruyendo mi vida, pieza por pieza. Sabía que no había un final definido para este proceso, que siempre habría desafíos, pero también sabía que ahora tenía las herramientas para enfrentarlos.

-Estoy aprendiendo a vivir de nuevo
escribí un día en mi diario.
-No es fácil, y a veces es aterrador, pero estoy aprendiendo que puedo hacerlo. Que no necesito que alguien me salve, porque estoy aprendiendo a salvarme a mí misma

Y con eso, me di cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, había dejado de esperar. Había dejado de esperar a que la vida sucediera, y había comenzado a tomar las riendas de mi propia historia.

la libertad de ser yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora