19

4 1 0
                                    

Las semanas siguientes pasaron en una especie de burbuja, donde todo parecía girar en torno a nuestra conexión. Thiago y yo empezamos a vernos con más frecuencia, a pasar tiempo juntos, explorando la ciudad, visitando museos, yendo a conciertos pequeños y, por supuesto, continuando nuestras caminatas por la naturaleza. Cada encuentro fortalecía el vínculo entre nosotros, y me encontraba cada vez más cómoda compartiendo partes de mi vida y de mi corazón con él.Una tarde, mientras paseábamos por un parque, Thiago me tomó de la mano, un gesto que ya se había vuelto habitual pero que siempre me llenaba de una calidez reconfortante. Nos dirigíamos hacia un pequeño café que había descubierto y que, según él, servía el mejor café de la ciudad.
-Entonces, cuándo voy a conocer a Atenea?
me preguntó de repente, su tono ligero pero con una curiosidad genuina.Me reí, sorprendida por su pregunta.
-Por qué quieres conocerla?
-Porque has hablado mucho de ella
respondió con una sonrisa.
-Y porque siento que es una parte importante de tu vida. Además, me gustaría agradecerle por su exposición, sin ella, quizás no estaríamos aquí ahora.
Su sinceridad me conmovió, y me di cuenta de lo afortunada que era de haber encontrado a alguien que no solo se preocupaba por mí, sino también por las personas importantes en mi vida.
-Seguro
respondí, apretando su mano.
-Estoy segura de que a Atenea le encantaría conocerte. De hecho, podría organizar una cena en mi casa, algo pequeño y tranquilo.
-Me parece perfecto, dijo, su sonrisa reflejando su aprobación.
-Estoy ansioso por conocer más de tu mundo, Astrid. Siento que ya conozco una parte importante, pero quiero conocerlo todo.
Esa noche, después de nuestra cita, mientras estaba acostada en mi cama, reflexioné sobre cómo mi vida había cambiado en tan poco tiempo. Lo que había comenzado como un simple encuentro en una galería se estaba convirtiendo en algo mucho más profundo y significativo. Sentí que Thiago y yo estábamos construyendo algo real, algo que tenía el potencial de durar.Pero, junto con la felicidad, también sentí una punzada de miedo. Sabía lo que era abrirse a alguien, entregarse y luego sufrir cuando las cosas no funcionaban. Era una experiencia que había conocido antes y que me había dejado cicatrices. Sin embargo, algo en Thiago me hacía querer intentarlo de nuevo, arriesgarme a pesar de mis temores.Decidí que, esta vez, no iba a dejar que el miedo me detuviera. Thiago era diferente, nuestra conexión era diferente, y sentía que valía la pena explorar lo que teníamos. Con esa determinación, cerré los ojos, dejando que el sueño me llevara mientras pensaba en lo que vendría.

la libertad de ser yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora