CAPITULO DIECINUEVE

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Sollozo, rogándole que se detenga pero lo único que hace es tirar de mi cabello para que observe su sonrisa triunfante, arrogante y perversa que tiene, es satisfacción lo que me muestra el reflejo de su semblante mientras mete y saca su polla con fuerza y mucha rapidez, provocando mis gritos, lágrimas y ruegos.

Me está tomando a la fuerza, me tiene bien agarrada para no intentar hacer algo.

—Déjame, por favor. —Suplico una vez más, sintiendo muchísimo dolor en todo mi cuerpo, en especial mi entrada trasera.

Me ignora, como debí suponer y en cambio consigo que acelere sus movimientos, arrancándome gritos que intenta callar con su otra mano libre. Cuando logra agarrar mi mentón, con brusquedad me hace mirar al espejo de nuevo, mi reflejo es deprimente y el suyo es de alguien satisfecho, feliz, con lo que hacía, me follarme violentamente, importándole mierda mis ruegos para que se detenga. Joder, dolía el triple por la falta de lubricación, la estrechez de mi entrada y su enorme polla.

—¡Para, por favor! ¡Ayuda! —Grito, removiéndome para que me suelte pero dejo de hacerlo cuando empieza a bajar el ritmo del mete y saca.

Aprieto los ojos con fuerza ante el ardor y dolor que siento, el sollozo queda atascado en mi garganta cuando la mano que tenía en mi mentón aterriza en mi cuello, asfixiándome, provocando que lo mire. Parece leer el miedo en mis ojos porque sonríe con satisfacción, sin dejar de metértemela a un ritmo lento pero doloroso.

En el momento en que cerró los ojos, sin dejar de balancearse con su polla dentro de mí, me atreví a hablar:

—Esto es un delito... —Murmuro entrecortado, sollozo— Tomarme a la fuerza, en contra de mi voluntad, es un delito.

—¿Desde cuando eso me importa ah? —Cuestionó mordaz, sin abrir los ojos.

No. Por supuesto que no le importaba en lo absoluto.

Un cosquilleo apareció en mi vientre unos minutos después, cuando empezaba a sentir menos dolor y algo más. Todavía él tenía los ojos cerrados por lo que vi en el reflejo del espejo, peor no duró mucho cuando un sonido escapó de mí, provocando que la tormenta de sus ojos se oscurecieran al abrirse y mirarme.

Otro sonido igual se me escapa, cuando su polla sale de mi entrada trasera, dejándome un terrible vacío y el mismo cosquilleo de antes pero con más intensidad. ¿Estoy... excitada?

No. No puede ser posible. No me puedo excitar. ¿Por qué yo? ¿Qué mal he hecho para estar en esta terrible situación?

Sonríe malicioso.

Me mareo cuando me hace dar la vuelta para quedar frente a él y de golpe, abro los ojos como platos y grito al sentir mi coño lleno por su polla. Arremete contra mi con fuerza, brutalidad, sin piedad. Se las reglas para cargarme y dejarme sentada contra la encimera del lavamanos, sin cuidado alguno. Me empuja bruscamente quedo recostada al espejo pero no derecha, con las piernas abiertas abiertas, dándole mayor vista y acceso a feminidad que está siendo invadida por su grotesca polla.

Grito.

Sollozo.

Lloro.

Ruego.

Intento moverme, no me deja.

—Cállate —Acelera sus movimientos bruscos, me vuelve a agarrar del cuello y lo aprieta con más fuerza que anteriormente—. No quiero oír tus jodidos gritos.

Se inclina hacia mí, clavando sus dientes con fuerza en mi hombro. Grito, queriendo golpearlo y alejarlo. Desliza su lengua desde donde me mordió hasta subir a mi cuello, y ahí vuelve a morderme.

"Danzando Entre Las Sombras; El Baile Entre La Luz Y La Oscuridad". Donde viven las historias. Descúbrelo ahora