Capítulo 5

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El sol estaba alto en el cielo cuando llegamos al puerto. Habíamos recorrido un largo trayecto y estábamos listos para zarpar hacia Puerto Tortuga. El puerto estaba en pleno bullicio, con los marineros cargando y descargando mercancías y el sonido de las olas rompiendo contra los muelles.

Me dirigí al marinero más cercano, que parecía estar revisando una lista de embarques, y le pregunté sobre nuestro barco. Él frunció el ceño, revisó su lista una vez más, y luego nos miró con una mezcla de simpatía y tristeza.

—Lo siento, pero el barco ya ha zarpado —dijo el marinero con voz cansada—. Partió hace un par de horas.

El peso de la noticia nos golpeó como un mazo. Miré a Kaelan, que se mostró igualmente frustrado, pero mantuvo la compostura. Justo en ese momento, un hombre alto y fornido, con un parche en el ojo y una actitud desafiante, se acercó a nosotros. Su mirada se posó sobre Kaelan con curiosidad.

—¿Ustedes son piratas? —preguntó el hombre, con una sonrisa burlona en su rostro.

Kaelan se adelantó, su postura confiada y una sonrisa soberbia en sus labios.

—Sí, lo somos. Yo soy el capitán —respondió, su tono desafiando la duda del pirata.

El hombre estalló en una risa descarada, como si la afirmación de Kaelan fuera una broma de mal gusto.

—¿El capitán? —rió el pirata, sin poder contenerse—. ¿Y qué es lo que hace un capitán sin un barco?

Mi mirada se endureció, y me acerqué a Kaelan, esperando a ver cómo manejaba la situación. Kaelan no perdió su sonrisa, pero su mirada se volvió más calculadora.

—Tenemos nuestros propios métodos para resolver problemas —dijo Kaelan, con un tono que no dejaba lugar a dudas.

El pirata siguió riendo por un momento más, pero luego su expresión se tornó más seria. Observó nuestras caras con atención, como si buscara algo más allá de nuestras palabras.

—Bueno, parece que tienen la actitud correcta para ser piratas —dijo el hombre, dejando escapar una sonrisa de aprobación—. Si están dispuestos a trabajar, podría ofrecerles un lugar en mi barco.

Kaelan alzó una ceja, intrigado.

—¿Y qué implicaría ese trabajo? —preguntó, sin dejar de mantener una postura desafiante.

El pirata se encogió de hombros, con una mirada astuta en sus ojos.

—Básicamente, serían parte de la tripulación. Ayudarían con las tareas del barco, desde el manejo de las velas hasta el mantenimiento de la nave. A cambio, les llevaría a Puerto Tortuga. Es una oferta bastante justa, ¿no creen?

Mi mirada se suavizó al escuchar la propuesta. Aunque no era ideal, no había muchas otras opciones en ese momento. Kaelan miró hacia mí, buscando mi opinión. Asentí ligeramente, indicando que la oferta era aceptable.

Kaelan se giró de nuevo hacia el pirata, su sonrisa regresando con una mezcla de confianza y determinación.

—Aceptamos —dijo Kaelan—. Pero asegúrate de que no haya sorpresas en el camino.

El pirata asintió con una sonrisa.

—No se preocupen por eso. Ahora, siganme y prepárense para zarpar en cuanto terminen de acomodarse.

Nos dirigimos hacia el barco del pirata, listos para afrontar lo que viniera. Aunque nuestra llegada a Puerto Tortuga había tomado un giro inesperado, estábamos un paso más cerca de nuestro objetivo y dispuestos a enfrentar cualquier desafío que se presentara.

Las Profecías Del Océano: La Isla De Los DragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora