El barco avanzaba en calma, y la noche se cernía sobre nosotros con su manto de estrellas. La tripulación estaba ocupada con sus tareas, y Kaelan parecía sumido en sus pensamientos. Todo parecía en orden hasta que, de repente, el ambiente cambió. Una extraña sensación de inquietud empezó a recorrer el barco, y pronto, vi a Kaelan cayendo al océano. Mi corazón se aceleró al instante y corrí hacia el borde del barco, buscando desesperadamente a Kaelan. El océano se extendía vasto e interminable, y no había rastro de él. Mi pánico creció con cada segundo que pasaba, y la desesperación me invadió. Grité su nombre, pero solo el eco de mi voz respondió.
De repente, escuché mi nombre desde el otro lado del barco. Me giré con la esperanza de ver a Kaelan, pero en su lugar vi a Aria nadando hacia mí desde el océano. Sin pensarlo, me lancé al agua, nadando con todas mis fuerzas para alcanzar a la niña que se había ganado la confianza y la amistad. Sin embargo, a medida que me acercaba, Aria se desvaneció de la vista. El océano parecía engullirla, y mi desesperación aumentó.
De pronto, sentí un tirón en el pie. Mi corazón palpitaba con fuerza mientras me hundía lentamente en las profundidades del océano. Pensé, en un arranque de pánico, que podrían ser sirenas arrastrándome hacia el fondo. Apreté los dientes y nadé con todas mis fuerzas hacia la superficie, pero el agua oscura y turbia solo aumentaba mi desesperación.
Finalmente, emergí, respirando con dificultad y buscando desesperadamente una forma de regresar al barco. Cuando giré, vi una figura que se acercaba a mí: una sirena. Sin pensarlo, saqué mi espada y la clavé en la criatura, que se desplomó en el agua, dejándome sola nuevamente.
Nadé rápidamente de regreso al barco, mis movimientos se volvieron frenéticos a medida que la desesperación se apoderaba de mí. Al llegar, el barco parecía vacío, y la angustia se hizo más profunda. Estaba a punto de perder la esperanza cuando sentí una mano en mi hombro.
Me giré lentamente, y allí estaba él: mi padre. Mi corazón se hundió en un pozo de terror y confusión. Levanté mi espada, moviéndola en el aire con movimientos imprecisos y grité con todas mis fuerzas:
—¡No es real! ¡No es real!
La visión de mi padre permaneció delante de mí, su rostro reflejaba una mezcla de tristeza y preocupación. En mi estado de pánico, no podía distinguir la realidad de la ilusión, y cada instante se convertía en una lucha por mantener la cordura.
El caos se desató en el barco. Las ilusiones que afectaban a la tripulación se hicieron más intensas, y el ambiente se volvió surrealista. Mi corazón latía con fuerza mientras trataba de mantenerme firme. Cerré los ojos con desesperación, murmurando en un susurro casi inaudible:
—No es real. No es real.
Cuando los abrí nuevamente, me encontré con una visión aterradora. La tripulación estaba en un estado de trance, atrapada en sus propias pesadillas. Las ilusiones se movían a su alrededor como sombras inquietantes. Mi mente se enfocó en buscar a Kaelan, y lo vi, en la punta del barco, tambaleándose peligrosamente hacia el agua.
Mi corazón se detuvo por un instante mientras corría hacia él, mis pies golpeando la cubierta con urgencia. Cuando llegué a la punta del barco, agarré a Kaelan con fuerza, tirándolo hacia mí. Él parecía estar en un trance, sus ojos vacíos mientras su cuerpo caía sobre el mío. Empezó a tocarme lentamente, y una oleada de confusión y deseo me envolvió. No sabía cómo reaccionar. Parte de mí deseaba que continuara, pero otro sentimiento de urgencia me impulsó a actuar.
—Lyriana, ¿qué está pasando? —murmuró Kaelan, su voz cargada con un tono que no comprendía del todo, mientras sus manos seguían rozando mi piel con una suavidad inquietante. Sus ojos estaban fijos en los míos, y su rostro estaba peligrosamente cerca del mío.
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Las Profecías Del Océano: La Isla De Los Dragones
FantasíaEn un mundo donde la profecía y el destino se entrelazan, Lyriana, una joven con un pasado complejo, se ve atrapada en una lucha entre el bien y el mal. Junto a Kaelan, un capitán pirata con un agudo sentido del humor y sarcasmo que pone a prueba la...